Los hermanos Pace y Kazu Makino regresaron a la perla tapatía, en esta ocasión al Teatrom Diana, para presentar su noveno álbum, que lleva como título el apellido de Luis Barragán, un importante exponente de la arquitectura moderna mexicana.
Una preciosa luna fue la encargada de recibir en Guadalajara, 7 años después de su primera presentación en esta ciudad, a la banda de rock alternativo que tiene su base en la ciudad de Nueva York, Blonde Redhead. Esta vez el pretexto de la visita fue la promoción de su reciente placa, Barragán, que fue editado en septiembre del año pasado a través del sello discográfico Kolbalt Music Group.
Sofía Orozco y (el también trío) Fesway, banda local con reconocimiento importante en el circuito fueron la entrada de la noche para los seguidores de los gemelos de origen italiano Simone y Amadeo Pace, y la japonesa Kazu Makino. El talento de estos tres se dejó ver desde que se abrió el telón del Diana, con el tema homónimo al disco en cuestión. Una introducción ambiental, como en el álbum, que combina guitarras acústicas transportadas a la eléctrica y una flauta de pan posiblemente sintetizado en realidad que reapareció en otras interpretaciones del set. Ligada, y de la misma producción, sonó ‘Lady M’.
El público se rindió en aplausos y arrancó el duelo al micrófono entre Kazu y Amadeo. El escenario estaba montado de forma sobria como lo es la aptitud de la banda. Sólo sus instrumentos y un reducido equipo de sonido, sin más aditamentos que las botellas de agua necesarias y la copa que la guapísima cantante escondía sobre su amplificador. Detrás de ellos, reluciendo aún más la soledad en el entarimado, colgaba una gran pantalla que se iluminaba de algún tono de color rojo que fue cambiando a otro de azul cuando sonó la devastadora ‘Falling Man’ de su esquisito Misery Is A Butterfly, y así con cada canción.
Fue con Misery Is A Butterfly donde el primer guitarra dio la primera señal del terciopelo que forra su voz, y lo intensa e hiriente que ésta puede llegar a sonar. En frente de él, Makino no se queda atrás, con su tono que evoca a la paz, mientras sus piernas se balancean de manera sensual al ritmo de lo generado por los teclados, cuerdas de guitarra y el tempo cambiante de la batería, que vale la pena mencionar una y mil veces, fue de lo más interesante durante la presentación.
A lo largo de la presentación las interacciones con sus seguidores fueron escasas, quien se animó a hablar tímidamente fue Amadeu, y Kazu Makino al regalar a sus fans que la disfrutaban desde primera fila un momento que jamás olvidaran, cuando antes del primer tema del encore y después de tocar la última canción se acercó a estrechar la mano de algunos. Este comportamiento generalmente sobrio no hace más que afirmar la seriedad y el compromiso de la banda con su música.Eso refleja una energía distinta. Las cosas pasan de una manera más espontánea y todo suena natural aunque en realidad estuviese trabajado sobremanera, sin dejar de sonar inmediatas.
Hay tantos detalles que vale la pena mencionarlos, pero todos no se puede. Lo imprescindible en este caso es la música, y cómo los detalles, precisión y seriedad relucen como si se tratara de una orquesta de cámara. Una característica que favorece a esta comparación es el hecho de que las butacas del teatro permanecieran ocupadas. Ni una sola alma de pie. Un hecho, en lo personal, de lo más raro para un concierto de rock. Pero así fue pensado el setlist de la presentación, dando un repaso por Barragán con canciones ‘Mind to Be Had’ y ‘No More Honey’, melodías redondas y ultra noventeras e hipnóticas, apoyadas por otra tercia de su sexta placa que fue publicada hace diez años, laprimera de su contrato con la visionaria 4AD.
Pero el orden no sobrevivió a la noche. La magia de la música de repente hizo que los colores en la pantalla del fondo ya no fueran uniformes y la banda de rock se quitó la máscara de orquesta sinfónica, mas no la minuciosa y deliciosa habilidad para ejecutar con precisión. Se vinieron entonces las últimas tres canciones antes del encore: ‘Dripping’, que puso a bailar a los primeros y todavía minoría entre los presentes; cuando sonó ‘Spring And By Summer Fall’, la primera en traer al lugar su álbum 23, la seriedad del teatro se sucumbió ante el frenesí de ritmo; y finalmente el primer guitarrazo del tema epónimo de este mismo disco que los llevó en 2007 a consolidar el estatus de fundamentales del undreground neoyorkino.
Para concluir, después de la merecida pausa, se recitaron ‘Melody of Certain Three’, ‘Here Sometimes’ y ‘Defeatist Anthem (Harry and I)’, cerrando de forma cíclica con algo del Barragán, al igual que el inicio del espectáculo.
Texto Daniel González Rincón – @LamesadelRincon
Fotografías de Antonio Zurita para Ka Volta
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