Brandon Flowers, líder de la banda veguense The Killers, inició en Guadalajara la gira para promocionar The Desired Effect, su segundo disco de estudio como solista, ante un Teatro Estudio Cavaret con las entradas agotadas.
En ocasiones, el tráfico de la ciudad es cruel. Implacable. Incluso es capaz de arrasar con las ganas de ver en vivo esos proyectos emergentes y talentosos que son elegidos, de entre la variedad del catálogo de la escena local, por importantes músicos extranjeros para que sirvan de teloneros en sus conciertos. Desafortunadamente, así inicié la tarde: llegué corriendo al Teatro Estudio Cavaret para sólo escuchar el último acorde de la última canción que tocó la banda formada por Juan Palo Corcuera (Technicolor Fabrics), Roberto Agredano y Luis Eduardo López: Baltazar. Ni modo.
Para entonces, el foro estaba a punto de cubrir su capacidad total. Los boletos se habían terminado un día antes, y es que la popularidad que posee Brandon Flowers es innegable.
Esto se sintió en todo momento durante el concierto. Los dispositivos móviles no pararon de grabar y disparar fotografías. Los gritos estridentes desgarraron gargantas y ensordecieron oídos. Pero así es como tenía que ser el regreso del frontman a la perla tapatía. Seguro Flowers ya está acostumbrado a provocar este tipo de reacciones cada que pisa algún escenario.
Acompañado por un par de coristas y cuatro músicos, suficientes para cubrir guitarras, bajo, percusiones y teclados, el autor de ‘Someody Told Me’ inició su recital con una canción que rinde homenaje a la ciudad del pecado: ‘Welcome to the Fabulous Las Vegas’.
“Muchas gracias, estoy feliz de regresar a tierras tapatías”, fue lo que Brandon gritó a sus seguidores, para expresar su excitación, y agradecerles por su fiel asistencia, continuando con ‘Crossfire’, y dar pie a una serie de canciones que se desprenden de su álbum Flamingo.
Flowers, enfundado en una chaqueta que reflejaba las luces del inmueble, corrió emocionado durante la mayor parte del tiempo, de un lado a otro por el entarimado, acercándose a sus fans y provocando el entusiasmo desenfrenado en los más cercanos.
Incluso se acerca tanto hasta tocar las manos de algunos, con el riesgo de ser jalado por la marea, más agitada que cualquier océano a mitad de una tormenta.
Después vino una serie de versiones alternas a canciones que compuso originalmente para sus discos con The Killers: dejó salir el lado country de ‘Jenny Was a Friend of Mine’, de Hot Fuss; seguida por ‘Read My Mind’ del Sam’s Town; y ‘Human’, del Day & Age, para concluir el repaso por sus primeras tres obras de larga duración junto a Keuning, Stoermer y Vannucci, Jr. Por supuesto, todas y cada una de ellas, coreadas de principio a final.
Para dar un descanso a las gargantas del público, Brandon Flowers se apoyó en un cover a ‘Simply Irresistible’, del cantante inglés de los ochenta Robert Palmer, que igual hizo que todos siguieran bailando y gritando por los movimientos provocadores del nacido en la ciudad de Henderson.
Transcurridos 40 minutos de concierto, tras la interpretación de ‘Swallow It’ llegó el momento que seguramente muchos esperaron durante casi cinco años: las canciones inéditas, ‘Digging Up The Heart’ y ‘Can’t Deny My Love’, fueron presentadas por primera vez en público y sirven como única muestra (hasta ahora) del sonido de The Desired Effect.
Durante el descanso para el encore, los fanáticos Flowers le respondieron a éste cantando el ‘Cielito Lindo’ y coreando su nombre entre un “Ole, ole, ole” a la par de los brincos retumbantes de quienes estaban en la parte trasera, sin dejar un momento para el silencio.
Ante su llamado, Brandon y sus acompañantes volvieron para interpretar ‘Only the Young’, y garantizar así otro momento memorable de la noche que sólo iba a ser superado por el final.
Fue Mr. Brightside la elegida para concluir con el show y agradecer a todos por asistir esa noche. Aunque carente de ese riff de guitarra monumental que la caracteriza, la pieza fue adecuada y suficiente para provocar en todos una expectativa de que el concierto aún seguía. Esa esperanza, convertida en confianza, convertida en intimidad, que al final de cuentas, y desde un inicio, fue el efecto deseado por Flowers.
FOTOGRAFÍAS OCESA / Torey, Photographer
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