Casi dos horas de concierto y una propuesta entremezclada de jazz alternativo que inspiró a los corazones tapatíos.
Algunas veces en la vida, la matemática falla y la filosofía nos dicta que menos es más. En efecto, un concierto cerrado e íntimo, en muchas ocasiones supera a la masa de espectadores que pueda albergar un recinto de primer nivel o un festival al aire libre.
Después de tres ocasiones de pisar tierras tapatías durante el año pasado, los chicos de Paté de Fuá pudieron comprobar que sus fans en Guadalajara no sólo se atiborran en festivales para verlos, sino que son tan fieles como para recibirlos en un concierto de tiempo completo.
Teatro Estudio Cavaret, el escenario perfecto para armonizar con la nostalgia y melancolía que emana de su última producción: Película Muda. La primera parte de un disco doble de larga duración en la que esta gran orquesta alternativa invade los oídos con sonidos únicos, distintos a cualquier otra propuesta musical actual.
En directo, la pequeña pero entusiasta multitud ya canta títulos de la nueva producción como ‘El Extranjero’ o ‘Llorarás’ y por supuesto ‘Película Muda’ que acaricia hasta la más profunda fibra del alma.
Los enamorados bailan al compás de la música. Y así es como Yayo González, el vocalista de la banda, sugiere que cuando de canciones de amor se trata uno sólo puede hacer dos cosas dependiendo su situación: si se está enamorado puede ser más feliz, si se está solo, se sentirá peor tras escuchar una canción de amor.
Para darle gusto al público, el setlist de la noche continúo con una recopilación de lo mejor de casi 10 años de Paté de Fuá. Del año 2012, ‘Bon Appetit’, en donde el ritmo aumentó y el baile se puso de lo mejor tanto para los solos como para los acompañados. Con canciones que alegraron la velada como ‘El Supermecardo’, ‘Boquita Pintada’ y el simpático instrumental ‘The Pulent Rag’ con ayuda del chupetófono del baterista mexicano Rodrigo Barbosa.
Ya casi para terminar, los éxitos que han hecho de Paté de Fua una banda estable y de carrera larga, ‘La Canción de Linyera’, donde la trompeta del brasileño Guillermo Peralta provocó que el pequeño recinto apenas contuviera los gritos y aplausos de sus fieles seguidores, y la multitud a segunda voz cantó con fervor: “Linyera soy, corro el mundo y no sé a dónde voy”.
Todo para seguir al clímax de la noche con ‘Vamos a Morir’, que como introducción a esta canción, Yayo González nos deja con una reflexiva pero contundente idea sobre la verdad absoluta de la vida en la que irónicamente su final es la muerte. En palabras de Yayo: “Si vamos a morir, pues vámonos bailando”.
Para despedir la jornada de casi dos horas de concierto, ‘Celoso y Desubicado’ y la balada romántica ‘Muñeca’. Finalmente una simpática presentación de los siete integrantes, seguida de una larga despedida instrumental, como si hubiese comenzado cuando en realidad había terminado.
Texto de Maya Cortés Mendoza
Fotografías de Noe Blanco para Ka Volta