Por: Sara Azulvide | Fotografías de Sara Azulvide
La cultura maker es un movimiento que surge como una “subespecie” de la tendencia DIY (Do it yourself ó Hazlo tú mismo, en español) y en México podría ser una realidad para educación pública dentro de poco años.
Ponencia de “El movimiento Maker, la revolución industrial y educativa” de Gustavo Merckel. Escenario “Sol” #ciencia #makers
Antonio Quirarte dirige a la comunidad de Hacedores, misma que busca la integración de la sociedad maker, es decir, todas aquellas personitas que se consideren creativas/creadoras. Las escuelas, que tratándose de este movimiento creativo se reducen prácticamente a escuelas privadas, implementan la dinámica de manera distinta al imagen convencional que se contempla del “crear”: “Estas escuelas los están adoptando no como los típicos talleres que nos impartieron, tal vez, a nosotros: taller de carpintería, taller de electricidad (…) Están implementando esos maker-spaces a puertas abiertas. Los niños pueden llegar cuando quieran a crear lo que quieran (…) Están invitando, casi obligando, a profesores de materias habituales o regulares a que den clases de este tipo”, dice Antonio, que además prevé que ahora los maestros crearían nuevas formas de enseñar algo tan básico como las matemáticas.
Quirarte advierte a la audiencia que no confunda el maker-space con un lugar que requiere de un gran presupuesto, sino un espacio que cuenta con lo necesario abierto a la creación y a compartir: “pueden ser una mesa con un simple masking tape, papeles, plumones, desarmadores; eso no es una limitante para que se le pueda llamar un maker-space”.
Algunas compañías optan por los maker-space públicos, lo que en paralelo sería un coworking space (conjunto de oficinas y salas adecuadamente equipadas en alquiler); estas áreas parecen inspirar a los creativos más que su área de trabajo oficial: “se dieron cuenta de que la creatividad se dispara más en esos lugares donde no están obligados a crear por las necesidades de una compañía (…) Empresas están prefiriendo financiar maker-spaces porque además les es un ahorro que tener las máquinas y demás”, argumenta Antonio al ejemplificar con el caso en particular de Ford en Estados Unidos.
El contexto de esta tendencia me recuerda a otra que cada vez adquiere mayor auge entre el colectivo tecno-industrial: los drones. Su vuelo oscila entre lo que podría ser una moda o un factor trascendental para el desarrollo tecnológico independiente, pues cada vez son más los entusiastas que se relacionan en el ambiente de la robótica con este enfoque en particular, más Antonio cree que la euforia drone podría pasar para darle entrada a nuevas aplicaciones y modalidades en sistemas autónomos y, quizá, la cultura maker podría ser protagonista.