Hay algo en el sonido de El Columpio Asesino que lo hace difícil de encasillar en un género, más allá de sus letras que brincan de lo contestatario a lo repetitivo o su música que coquetea entre el rock, el punk y la electrónica, pero hay algo, algo que sólo ellos han sabido imprimir en su concepto.
Originarios de Pamplona, España, el grupo surge entre los hermanos Álvaro y Raúl Arizaleta, con un sonido que evocaba directamente a The Pixies o Sonic Youth. Tras participar en algunos concursos logran publicar su primer disco homónimo, fue en ese momento en que todo comenzó. Logran el reconocimiento de propios y extraños en su natal España, y es que en definitiva hay algo único en su estilo que te atrapa, ya sea para bien o para mal, te genera una opinión, buena o mala pero no puedes simplemente escucharlos y no sentir algo.
Entre el 2002 y el 2007 se presentan en distintos escenarios a lo largo de España y Europa promoviendo De mi sangre a tus cuchillas, su segundo álbum ganando tanto adeptos como detractores, y es que su concepto es asi, directo, contrastente, te hace odiarlos o amarlos, sin más. Para el 2008 se presentan en nuestro país, como parte de la gira que promueve La Gallina su tercer placa, además de visitar China, Filipinas y el Salvador. Gracias a su disco Diamantes, del 2011 logran posicionarse como una de las bandas más novedosas en la actualidad, título que mantienen y defienden con Ballenas muertas en San Sebastian, su 5° disco lanzado en el 2014.
No podemos catalogar a El Columpio Asesino como una banda indie, una banda de rock o de punk, y es que, como lo dije en un inicio son todo eso sin serlo, son una amalgama que integra los elementos de éstos géneros pero con un toque extra, un ingrediente secreto similar al de la receta del pollo en KFC o la fórmula de la Coca-Cola, un secreto que solo ellos conocen y pueden recrear en cada tema y disco, y en sus presentaciones en vivo.