Aún recuerdo las palabras de un amigo: “nada es gratis”. Desde ese día es una frase que me acompaña en la toma de muchas decisiones personales y de negocio para Kä Volta
Este “gratis” empezó a hacerme ruido mental conforme lo seguí pensando: estamos demasiado acostumbrados a dar y recibir cosas “gratis”, desde labores domésticas, el 20% de producto más, hasta en cosas específicas como en colaboraciones entre marca, en las que ganas contactos o la experiencia, boletos para ir al cine o conciertos, o hasta los regalitos de las marcas.
No es que no me guste regalar o recibir cosas, solo cuestiono ¿cuánto cuesta?, ¿cuál es su valor?, ¿qué van a querer a cambio?, ¿me conviene pagar ese costo?
Muchas de estas cosas “gratis” no nos importan porque “no nos costaron (dinero)”, lo puedo ver en casos, como cuando participan en dinámicas por entradas para boletos a conciertos de los que “son muy fans” y no los pasan a recoger; o como cuando hacen colaboraciones, que quedan mal, pero no les importa, no recibieron pago, así que… ¿por qué hacer bien tu trabajo?
Esto me parece gracioso, ya que tras estas actitudes luego exigen profesionalismo, que por lo regular no ganas contacto alguno y que a veces te buscan en su colaboración para que además de que tú hagas todo el trabajo gratis, también pongas los contactos, el tiempo, el catering, la reputación y hasta hagas difusión.
Así que hay que analizar muy bien cuando damos o recibimos algo “gratis”, ya que cada cosa tiene un precio en tiempo, en ganas, en creatividad o reputación, y que si puede a ser medido como un valor monetario, (y por eso existen las profesiones), que a veces lo tienes que pagar tú o alguien más, porque definitivamente, nada es gratis.