Me gusta la música de La Mala Rodríguez desde que aquel lejano 2000 cuando en la programación de Telehit rotaba su primer video “Tengo un trato” , me atrapó por completo, esa forma de rapear con toda la identidad de una cantaora, con ese acento gitano y esa nariz andaluza que deja de manifiesta total que así se hace el rap en España.
Por Joanna Rubio, fotografías de Eduardo Vázquez para Kä Volta
Nunca pensé que la vería en vivo, siempre fue una cantante que me gustaba pero hasta ahí, sin embargo, que increíble sorpresa me llevé el pasado 11 de octubre, cuando la Mala Rodríguez se apoderó totalmente del escenario del C3 Stage, para reventar en aproximadamente 90 minutos de presentación, al público tapatío.
Podemos definir su concierto en dos palabras “sexo rudo”, la Mala no tiene compasión por sus fans, se planta con fuerza en el escenario con sus dos kilométricas y fuertes piernas, para darte entender que esta es su fiesta, que viene con todo y que hará lo que quiera contigo. Comenzó la noche con su éxito del 2013 “Quién manda aquí”, canción anti-establishment que te invita a explotar el mundo y comenzar nuestra propia utopía anarquista, desde ese momento podíamos saber lo que nos esperaba.
La Mala no necesita de una producción de luces y globos para ser la embajadora perfecta del rap español, solo requiere de su fiel DJ, un par de bailarinas y lo más importante, su actitud desafiante para hacer un noche inolvidable. Su show es sexy, rudo, empoderado y valiente, es un escupitajo directo a la cara pero sin rajarse, ese es el trato, Rodríguez te regala un espectáculo rap-dominatriz donde uno promete saltar cuando ella lo ordene, corear a todo pulmón cuando nos pase el micrófono y reventar las gradas con la mejor actitud.
La Mala es totalmente talento, una artista completa que sabe que a quien le canta es a nuestro espíritu salvaje, ella invoca la revolución sin hablar de balas, evoca la libertad sin jamás decir la palabra, y te prende el cuerpo en el momento que se sube al escenario. Definitivamente una experiencia que vale la pena vivir con todo y collarín, muletas y un brazo inmovilizado #TrueStory. ¿Aceptas el trato?
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