Richard Coleman, músico, guitarrista y compositor, aquel que acompañase en los escenarios a uno de los grandes del rock en español nos brindó una noche de un singular humor y anécdotas que remanecen en la cotidianidad.
Por Lizeth Alarcón. Fotografías de Noé Blanco para Kä Volta
Un espacio pequeño, luces meramente inexistentes del lado del público y las necesarias en el escenario del teatro Vivian Blumenthal recibieron a un reducido público y al músico argentino, que al presentarse algunos ajustes al sonido dio un inicio que se percibió un tanto lento.
En ningún momento cuestionaría el talento musical que tiene Coleman en la guitarra, porque en realidad es disfrutable el solo escuchar sus rasgueos. Poco conocía yo de su música como cantautor, comencé a entrar a tono con algunos covers como “Personal Jesus”, que ya pasa a ser uno de los clásicos en sus presentaciones.
Richard tiene un humor único, simple y generoso, el cual salía a luz a cada momento que nos compartía las anécdotas que acompañaban a cada una de las canciones; muchas veces, la historia detrás de una canción o de una imagen nos dan una perspectiva completamente diferente ante lo que estemos a punto de presenciar y tal fue el caso de la noche.
Anécdotas sobre sus colaboraciones y bandas anteriores; historias locas del consumo de estupefacientes divertidos, de coincidencias musicales como ese gracioso tropiezo de utilizar los mismos acordes en un arreglo de aquella banda con un álbum llamado “Neon Bible”, Arcade Fire. Anécdotas también del presente, de la familia y de cómo esta le brinda ideas para el día a día, así como la rata que protagoniza la portada de su álbum “Incandescente” la cuál es la mascota de su pequeña hija.
Me llevo las luces, la música y las anécdotas que Richard Coleman nos compartió.