Amaranta Gómez es una muxe de Oaxaca que ha roto muchos paradigmas en el país, representando y luchando por los derechos de las personas LGBT+, indígenas y con discapacidad
¿Cómo era la Amaranta Gómez de 17 años, aquella que inició en el activismo para exigir que se tomará en cuenta a la población muxe de Juchitán?
“Era una chamaca delgadita, guapa, es más, María Félix me quedaba corta”. Suelta la carcajada. “Pues bueno… yo era igual que ahorita, bueno, igual pero con dos brazos”. – Amaranta, mientras vuelve a carcajearse.
Así conocí a Amaranta Gómez, una muxe del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Ese día iba arreglada para ir a un evento público: flores en la cabeza, una blusa con bordados a mano en colores dorado, verde y negro. Un maquillaje sencillo, pero que realzaba sus ojos y su mirada directa, sincera y pícara.
Mientras ella cuenta su experiencia de cómo logró ser la primera candidata muxe a diputada federal en el país, las carcajadas brotan y los comentarios ácidos hacen la charla más amena. Mas nunca opacan los temas centrales y trascendentales de la charla. Mi mente, ojos y oídos tenían que estar muy atentos en sus palabras. Conocer sobre Amaranta Gómez es conocer de un abanico más amplio de identidades sexuales que la que conocemos comúnmente.
Para bien o para mal, estamos muy acostumbrados a los binarismos: hombre – mujer, negro – blanco, cielo – infierno, día – noche. Cuando comenzamos a conocer otras realidades que van más allá de esos estándares que nos rigen, muchos entramos en un conflicto de comprensión bajo los estándares binarios. Dentro de la cultura zapoteca, a la cual ella pertenece, podemos encontrar cuatro identidades sexuales: hombre, mujer, muxe y Ngui’u. Amaranta se identifica como muxe.
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A mediados de los años 90, el sida comenzaba a introducirse en las comunidades indígenas. Un tío de ella era muxe y murió a causa de esta enfermedad, por un diagnóstico tardío y falta de atención médica; ya que al ser considerado un tema de las ciudades, aún no llegaba la información a las pequeñas localidades.
Después de la muerte de su tío, el área de salud de Juchitán comenzó a dar capacitaciones e información sobre prevención de vih/sida. Su madre, era dueña de un bar del pueblo, por lo que fue requerida para estas sesiones. Envió a Amaranta Gómez para acudir en su representación y recibir toda la información sobre la enfermad “nueva“.
Después de iniciar los trabajos en Juchitán, tuvo oportunidad de capacitarse en la Ciudad de México con expertos en epidemiología y manejo de la enfermedad. A sus 17 años, comenzó a tomar conciencia sobre la necesidad de luchar por los derechos humanos de las personas y la importancia de poder abonar a la cultura del respeto a las libertades. Así es como Amaranta Gómez inicia su andar en el activismo por los derechos humanos.
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La comunidad zapoteca del istmo tiene una organización y apertura a la diversidad sexual que ya quisiéramos tener en muchas ciudades. El tema de la identidad sexual de las personas zapotecas es algo que se da de manera muy natural, según nos cuenta Amaranta Gómez, ya que entre los 7 y 12 años las personas comienzan a identificarse con alguna de las 4 identidades que ellos tienen.
El lenguaje es un importante aliado en la aceptación de las personas. Tienen un artículo que es completamente neutral: ti. Que en zapoteco se usa para mencionar algo que no tiene un género binario o no es necesario especificar si es masculino o femenino. Por ello se puede mencionar ti muxe, con ello se rompe el binarismo de género que manejamos en el castellano. Esto nos da la posibilidad de manejar una mayor diversidad de personas a través del uso de la lengua.
Cuando se identifica que alguien de la comunidad zapoteca tiene una identidad muxe, ya se cuenta con actividades que por tradición realizan estas personas; la decoración de las velas, que son como sus fiestas patronales, el tejido de indumentaria típica del istmo, la atención y cuidado de las casas o de sus padres una vez que llegan a la vejez.
La madre de Amaranta Gómez, siempre quiso que ella se dedicara al tejido tradicional de su región. Ella no se veía haciendo únicamente ese tipo de actividades por el resto de su vida. Se preparó y se atrevió a ser la portavoz de una parte de su comunidad, para luchar por sus derechos como personas indígenas y, en su caso, muxe.
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Ella tenía muy claro lo que quería lograr y para ello se tenía que preparar arduamente. Iba constantemente a la ciudad de México para para estar en contacto con el trabajo que se realizaba en prevención del vih/sida y extenderlo a su región. Sin embargo un accidente cambió su forma de ver la vida y su entorno.
Viajaba en un autobús de Juchitán a Oaxaca y se volcó en el camino. “Así fue como perdí mi brazo izquierdo, sólo yo y otra persona tuvimos graves heridas”. Nos cuenta Amaranta Gómez, como si fuera una anécdota más en su vida. Sin duda alguna lo es, pero fue una que cambió la forma de vivir y relacionarse con el mundo que conocía.
Pareciera que es adicta a los grandes retos. Después de pasar un mes hospitalizada y otros más en recuperación, la busca Patricia Mercado para invitarla al partido México Posible. Fue nombrada Secretaria Nacional de Diversidad Sexual.
A poco tiempo de que sufrió el accidente, comenzó una de las etapas más trascendentales y ajetreadas de su vida. Vuelos diarios, a veces hasta dos, reuniones a primera hora de la mañana, horas de espera en los aeropuertos, lectura matutina de las noticias, creación de discursos, reuniones con políticos, reuniones con conglomerados de gente, dormir lo que se podía, tomar café, crear estrategias, posicionar temas que nunca antes de habían hablado, lidiar con su nueva vida sin un brazo, prepararse para salir en cámara, perder el miedo para dar entrevistas, estar al tanto de sus familiares, seguir en la campaña, convencer a gente de su propuesta novedosa, llegaron las elecciones, la gente votó, el partido México Posible perdió el registro.
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En la distancia, Amaranta Gómez ve que su paso por el partido México Posible, le sirvió también como una terapia ocupacional. Sin duda alguna, esta oportunidad en la política fue una gran plataforma para posicionar temas que nunca antes se habían hablado en el país. Era el año 2003, dentro de su propuesta ya se planteaban temas como el derecho al aborto, legalización de las drogas, matrimonio igualitario y derechos LGBTTIQ.
La apuesta del partido México Posible era posicionar una agenda progresista que no existía en el país, con perfiles plenamente capacitados y que representaran a los diversos sectores de la sociedad. En ese momento Amaranta Gómez contaba con el trabajo y la representación de ser parte de varias poblaciones: LGBT, muxe, mujer trans, indígena y persona con discapacidad.
Quizá México no estaba preparado en ese tiempo para dar cabida a esos temas que hoy forman parte de la propuesta de trabajo de varios políticos. La labor que realizaron por todo el país, de manera local con actores como Jaime Cobián, fue el cimiento de una agenda progresista. Se nombraba de manera clara y directa las necesidades de las diversas poblaciones vulnerables, poniéndolas al centro de sus propuestas como partido político.
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Amaranta Gómez ha roto varios paradigmas a lo largo de su vida.
Como parte de México Posible, no solo fue la primera candidata muxe en contender a una diputación federal, sino que fue la primera mujer trans que contendió con su nombre femenino. Todo gracias a una candidata del PAN, si, aunque usted no lo crea.
En ese entonces, 2003, Amaranta Gómez aún no había podido hacer el cambio de su acta de nacimiento, para contar con un nombre femenino en sus papeles oficiales. En otras elecciones previas, una candidata del PAN tenía un nombre larguísimo y bajo el derecho a la libre identidad pudieron poner el mote con el que la conocían en la boleta; bajo este mismo derecho Amaranta pidió que se le registrara como Amaranta Gómez y lo logró. “Pusimos en jaque al IFE”, resumé Amaranta Gómez.
A los 34 años decide estudiar una licenciatura en Antropología, ya que se dio cuenta que todo el trabajo que había realizado por años tenía un fuerte ingrediente de la misma. Estudiar a las personas como seres integrales, resultado de ciertas características físicas y sociales que marcan la manera en que las personas viven en sociedad.
Esta situación la llevó a ser la primera mujer trans de la Universidad Veracruzana, que se titula con su nombre social. Como estrategia para lograrlo, lo pidió en una rueda de prensa donde pedía a la rectora de la Universidad que se le reconociera su identidad como mujer en su título.
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Amaranta eligió llamarse así por su afinidad con una de las hijas de José Arcadio Buendía; al leer 100 años de soledad encontró una persona con la fuerza y el empuje que ella tiene para enfrentar la vida.
Hoy sigue trabajando y dando conferencias por todo el mundo. Entre sus planes está cursar una maestría. Sin embargo, lo que más le interesa es generar proyectos que aborden la interseccionalidad de las personas, que como ella, pertenecen a diferentes poblaciones vulnerables. Quiere identificar los puntos de encuentro, para beneficiar a las personas que lo necesitan, contemplándolas de manera integral.
Amaranta Gómez posee una voz con una dualidad entre la seriedad, por la profundidad con la que habla y aborda temas cruciales, pero de un momento a otro brinca y agudiza su tono para dar los comentarios más jocosos, que hacen que te rías junto con ella. En sus ojos se ve una gran pasión al momento de narrar su historia. La pasión que me trasmite, me da la impresión que estoy con a una muxe que ha vivido con intensidad y con una consciencia social plena.
“Mi mayor logro, nos comenta Amaranta Gómez al final, ha sido encontrarme quién soy y mostrar al mundo mis orígenes de donde vengo. Priorizar el bien de mi gente y dejar todo por ayudarlos cuando se declaro mi pueblo en estado de emergencia. Cancelé actividades internacionales que tenía agendadas y me fui para estar con ellos, ayudarlos y acompañarlos en su reconstrucción después del temblor de septiembre de 2017”.
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Así conocí a Amaranta Gómez. Se levantó de la mesa donde estábamos, robó las miradas al salir por su hermosa blusa típica tejida a mano y la manera en que portaba las flores en su cabeza. Se retiró del lugar, dando visibilidad en todo momento a la persona que es, y con ello, su historia de lucha por un mejor México más libre, respetuoso e incluyente.