¿Artistas? ¿Bloggers? Instagram se ha impuesto en materia pictórica
Continuamente me siento ante el conflicto de seguir prefiriendo lo análogo ante las nuevas tecnologías. Este se vuelve un tema recurrente en esta columna. La invisible (si no es que inexistente) batalla de las redes sociales, sobre todo en el ámbito que me concierne, el arte y la cultura.
El día de hoy vengo a hablar de una situación que me gusta pero que sigue siendo tema de discusión ante el tema de la fotografía.
Recuerdo que no hace ni dos años el tema que nos mortificaba era la generación exagerada de sujetos (no los llamen “hipsters” so pena de recibir una larga acusación respecto al tema) que comenzaban proyectos fotográficos al acudir con el dinero suficiente para comprar una cámara profesional y comenzar a disparar sin ton ni son a algo que llamaban estética. Quién sabe.
Sin embargo, haste el día de hoy ya no es necesario tener estás (debo decirlo) costosas y aparatosas cámaras, hoy basta con un teléfono inteligente y algunos filtros para comenzar a crear.
Sin ánimos de agraviar a nadie y acotando que no me disgusta, me cuestiono sobre si este constante flujo de buenas y malas fotografías ha desplazado en cierto sentido la intención academista de la fotografía profesional con sus técnicas y sus reglas, su tiempo y sus formas. ¿Qué daño le estaremos haciendo a las exposiciones fotográficas desplazándolas por el rápido “refresh” de Instagram? ¿Les estamos haciendo de verdad un daño?
Haciendo estas cuestiones debería sentir cierta culpa de adorar las fotografías de buena calidad que uno se encuentra, muchas veces sin crédito alguno, en la red, y replica, da likes, etc. Pero la verdad es que no lo siento, sorry don’t sorry, creo que una de las cosas mejor logradas de las plataformas de imágenes en línea, llámense Tumblr, Printerest, We Heart it o Flickr, Instagram, etc., ha sido la capacidad y la estética del diseño que transporta una imagen a todo el mundo al simple alcance de sus ojos frente al monitor.
Me gusta seguir este tipo de blogs que invitan al deleite de nuestras pupilas con fotografías bien logradas, sin embargo cargo con la duda de si estaré transgrediendo el talento del autor, muy pocas veces mencionado, de dichas imágenes. O si estaré discriminando a los profesionales de la índole (aquí también cabría un preámbulo por lo ambiguo del término “profesional”). Siempre ha sido un tormento para mí, usuaria de las ya mencionadas plataformas que difícilmente aportan una seguridad a los derechos del autor de las obras digitales, y al mismo tiempo a mí la amante de las exposiciones, galerías y los etcéteras que quepan aquí que han hecho un gran esfuerzo.
Siento que estoy afectando al autor que tuvo esa idea, ese genio y que tiene que atenerse a que su obra sea mal-usada, es decir, se pierda. Pero quizá soy demasiado paranoica.
Debemos adaptarnos y aceptar esta nueva forma de creatividad que impone la inmediatez. Sin embargo muchos todavía levantamos la ceja para aceptarlas sin chistar.
Al final mi respuesta es incierta. Aún no sé cuales de mis sentimientos se transforman detrás del display de mi teléfono ahora que difícilmente lo suelto.
La respuesta se la dejo a usted, estimado lector, fotógrafo, tweetero (es decir experto), instagramero, amante del arte.
¿Y yo? Bueno, una vez un escritor me dijo que una de las tareas más difíciles para un artista es aprender a desprenderse de su obra, dijo “una vez que la obra se publica, deja de ser mía, no es mía, puede ser de cualquiera a partir del copy-paste” y bueno, yo le creo, es difícil, lo sé, pero esa es la condición de la exposición de la obra en línea.
Por cierto, revisa nuestra cuenta en Instagram 😀 /Kavolta