Este viernes, los legendarios magos del dub invadieron el C3 Stage de Guadalajara, convirtiendo al foro en el centro del universo de los amantes tapatíos del reggae, y específicamente del dub, quienes bailaron por más de tres horas de un ataque de alta reverberancia.
Guadalajara estaba advertida. La ciudad sufriría un ataque extraterrestre la noche del viernes 12 de junio. Los platillos voladores, tal vez provenientes de Júpiter, aterrizarían en el C3 Stage, y desde su interior descenderían criaturas místicas y legendarias del dub y el reggae.
La perla tapatía se defendió de este ataque de dub con sus mejores exponentes: los live acts de Montebong y GWA.PA, además del Dub Iration Soundsystem. Estos últimos fueron encargados, con su set desde la parte trasera del foro, de entrar en calor al público que minuto tras minuto iba pululando la sala, hasta casi llenarla al tope. Adentro, la temperatura era tan alta como en el Caribe. Pero afuera, una brisa refrescaba las calles.
El primer invasor de la noche pisó el escenario con su carismática presencia. Dennis Bovell confesó que era su primera vez en Guadalajara, y comenzó con ‘Dub Master’ para demostrar por qué es, él sólo sobre la tarima, la caballería al frente del ataque de Mad Professor y Lee “Scratch” Perry. La cinta de reggae siguió rodando, y de la profunda y potente voz del nacido en Barbados salieron cantadas las rimas de temas como ‘Babylon Must Fall’ y ‘What a Wonderfull World’.
Había pasado entonces la medianoche cuando en las mesas junto a las consolas de sonido habían aterrizado las dos naves espaciales. De esos dos pequeños aparatos se dispararon un millón de líneas de colores rojas y verdes entre otros colores. Aparentemente, de esos OVNIS Adamskianos estaban por salir Neil Fraser y Rainford Hugh Perry.
Lee “Sratch” Perry no es de este planeta. Y su discípulo más destacado, Mad Professor, tampoco.
Antes de que la leyenda que vive desde hace 79 años apareciera, un actor secundario mucho más joven subió a dejar otros dos objetos: una vela roja que sería la encargada de disipar por la sala el arroma denso y purificador a sándalo para combatir los efluvios de la hierba, y una misteriosa maleta en la que seguramente Lee Perry transporta los cerebros de sus víctimas y un sinfín de elucubraciones algo desacertadas.
Y entonces se dejó ver, jaleado entre aplausos y ovaciones, vestido con una sudadera y pantalones oscuros con estampados por demás llamativos, figuras del espacio, como lo es él y su camarada que lo apoya detrás de las consolas. Ambos con cachuchas, pero la le Lee Perry que cubre su cabello rojizo, como ya es costumbre, más llamativa, condecoradísima con colores brillantes cuando la luz los toca, dejándolo como si fuera un ser de oro al que todos adoran y quieren tocar desde el cercado de seguridad. Sus tenis, de color rojo, también están adornados como su gorra, para complementar sus alhajas que presume. Puta extravagancia. En su cabeza, Mad Professor también tiene una diadema que sostiene una lámpara de led que cambian de colores e ilumina los controles y botones de la magia.
Sin duda, el dub es un género musical complejo, más para alguien no familiarizado. Pero los que saben de qué va, de qué trata, cómo se hace, cómo se baila, cuál es su chiste, etcétera, entienden su magia, comprenden el ritual, los misterios de sus sonidos y sus danzas. Lo disfrutan y lo aprovechan íntegramente. Todos ellos son quienes rinden tributo a su deidad, mientras ésta no para de fumar mariguana, beber licor y balbucear a su micrófono mientras baila y se mueve como un felino, de un lado a otro. Así es el poderoso Upsetter y ese es su universo. El hilarante Universo Scratch.
El show de este par despiadados dementes parecía no acabar. Lee Perry bajaba y subía, una y otra vez, cantaba desde un lugar y otro, se aproximó para saludar a quienes se acercaran lo suficiente a la valla, o incluso al que la brincara. Tocaba sus cabezas, besaba a las chicas, se dejaba tomar fotos y se abrazaba con los enloquecidos y encantados por ver tan de cerca al milenario artista por vez primera.
En los controles, el Mad Professor con sus lentes de desequilibrado tampoco paró de tocar y alterar las grabaciones y los loops. El reloj marcaba que había pasado las dos de la madrugada, pero el público no daba señales de rendición, pedían más ataque, deseaban seguir bailando. Hasta que del escenario fueron retirados los objetos, uno por uno. La misteriosa maleta fue llevada otra vez a donde Scrarch Perry por el joven actor secundario, que no dejó de surtir la pipa de mariguana del Upsetter durante todo el (auténtico) espectáculo. La vela roja, casi extinguida, también fue retirada, y los platillos voladores ejecutaron su partida hacia su próximo destino, la siguiente invasión, un nuevo ataque de dub.
Texto de Daniel González Rincón.
Fotografías de Miguel Arvizu para Ka Volta