Imagínese usted un incendio, no cualquiera, imagínese usted cientos de plantas quemándose, despidiendo un humo particularmente espeso. Ahora imagínese que todo transcurre mientras los armónicos sonidos del fuego en contacto con las plantas secas crean una confusión entre la relajación sonora, un efecto de falsa relajación por inhalar tanto dióxido de carbono que emana de las plantas en proceso de incineración y la nubosidad de ese humo espeso trae consigo. Ahora seamos más concisos, sustituya los siguientes aspectos: la planta es marihuana y el efecto de relajación es real, los armónicos sonidos son la mejor agrupación latina de rap de los noventa y la nubosidad es fruto de cientos de porros encendidos. Lo que sea que le provoque el ejemplo distará mucho de lo que Cypress Hill hizo por primera vez en Guadalajara en el 4 de junio en el Teatro Estudio Cavaret.
Sen Dog, de playera roja y lentes muy oscuros, sale a escena acompañado de Julio G y Erick Bobo. Saluda y comienza con ‘Get Em Up’, de su última placa Rise Up (2010). Poco después llega B-Real y se completa la alineación. Así fue como Guadalajara estaba viendo a la agrupación latinoamericana más influyente de la época dorada del rap de Los Angeles. La gente lo sabía, no dejaba de corear los estribillos de las canciones que siguieron, hasta hacer resonar el tan conocido “Lalalala lalalalá” de ‘Hand on the Pump’.
‘Kill a Man’ fue la siguiente, el repleto Teatro Estudio Cavaret retumbó sus paredes con la ayuda de los bajos de las secuencias de Julio G y las graves percusiones que el hijo de la leyenda del jazz latinoamericano Willie Bobo tenía a sus espaldas.
En un acto que ellos describen como “weed medley”, Julio G y un impecable scratching se llevaron la atención mientras Sen Dog desaparecía por unos momentos. Al regresar presumió un porro de papel café, coqueteó con el aliento entrecortado por el humo con el público parte de la letra de “yo quiero fumar mota”. Era una reiteración de lo que ya estaba haciendo y al mismo tiempo un presagio de lo que haría durante gran parte del show.
Entre el humo, B-Real tomó la palabra: “El tipo de hip hop que hacemos le llamamos Latino hip hop”, Sen Dog se va a las percusiones junto con Erick y sueltan las trompetas, el Tequila Sunrise, ese trago fuerte y dulce entraba por los oídos de todos:
Tequila Sunrise, bloodshot eyes / Realize we’re all born to die / So get the money nigga!
El clàsico hip hop hooray se hizo presente mientras las tornamesas de Julio G programan ‘Rapper’s Delight’ de Sugar Hill Gang. Las manos del repleto recinto se extendían al aire de izquierda (hey) a derecha (hoo). Ahì la compostura no aplicaba, vasos de cerveza, pipas y porros se apoderan del panorama, otros con el puño vacío pero con el mismo ànimo.
“Who you tryin’ ta mess with ese? / Don’t you know I’m loco?”, preguntó Sen Dog y el rechinido de las tornas puso a todos de pronto a saltar. Era ‘Insane in the Brainp, aquella canción que en 1993 con su segundo disco, Black Sunday, pusiera de vuelta a la escena de cabeza.
Sin duda la canción màs coreada de la noche. Divina escena: hombres, mujeres; godinez, cholos, hipsters y uno que otro punk recibiendo al unísono los bajos de la canción por dentro de la membrana.
La noche fue corta y después de presentar la alineación y decir que fue un verdadero placer estar con los ahì congregados, B- Real contó una historia, la historia en la que ellos y Tom Morello de Rage Against the Machine compusieron una canción motivados por el enojo de la discriminaciòn a las comunidades latinas en Estados Unidos. El producto: ‘Rise Up’, lo que concluyó con la noche que pese a los gritos ahogados entre tanto humo exigiendo el acostumbrado encore fue terminada por el sonido casi inmediato de los plugs desconectàndose de las tornamesas.
Texto por Eduardo González
Fotografías de Noé Blanco para Ka Volta