De todas las veces que viví con alguien siempre me tocó ser la que decía Adiós, pero eso acaba de cambiar.
A Dan lo conocí hace dos años, acababa de entrar a un nuevo trabajo y la jefa de mercadotecnia lo conocía de Mazatlán (los dos son de ahí), Dan – igual que yo – estaba buscando un departamento y entonces un día me preguntó “¿No te molestaría vivir con un hombre?” no tardé nada en responder que no y así comenzó nuestra aventura.
Dan y yo teníamos claro que queríamos vivir cerca de nuestro trabajo y como por aquel tiempo trabajábamos en concentro, trazamos una ruta de búsqueda que iba desde Rafael Sanzio hasta Avenida Patria.
Caminé varios días buscando la casa correcta pero nunca encontraba nada, diario veíamos más lejos la idea de tener un departamento que tuviera una buena ubicación, fuera “barato” y además estuviera amueblado… hasta que lo encontramos. La ubicación era perfecta, el precio también y claro, estaba amueblado, cuando llamé, los dueños me dijeron que sólo podían darnos el tour ese mismo día y a las 9:00 pm, lo difícil de esto era que Dan y yo no tenemos coche, entonces teníamos que tomar camiones de regreso (todavía no existía Uber) y el recorrido de los dos era de aproximadamente una hora o más.
No recuerdo cómo o porque, pero decidimos esperarla, Dan se apresuró de la oficina al lugar de departamento y justo a las nueve, llegaron los dueños. Algo que no sabíamos era que no éramos los únicos esperando el turno para ver el lugar, estaba también una señora con sus hijo (estudiante de medicina de la UAG) listos para firmar el contrato.
Después de que todos recorriéramos el lugar, la señora sacó todos sus papeles y dijo que lo quería, para nuestra mala suerte, los dueños decidieron dejarlo para ella. Esa noche nos despedimos y nos fuimos, pero justo antes de llegar a mi destino, recibí una llamada al celular de un número desconocido, eran los dueños del departamento que al final se habían sentido más cómodos con Dan y conmigo que con la señora, me preguntaron si todavía estaba interesada y dije que sí, en ese momento nos pusimos de acuerdo para vernos y pagar el depósito. Yo ya sabía que teníamos departamento y Dan seguía en el camión, cuando lo llamé se emocionó bastante, es un alivio tener tu casa.
Y ahí empezó la aventura, un 18 de Febrero de 2014, una aventura que duró casi dos años, hasta que hace unas semanas, Dan se mudó a su nuevo departamento. La noche que me dijo que quería mudarse lo noté nervioso, pero cuando por fin me lo dijo, hubo un poquito de tristeza pero también de alegría, en algún momento iba a pasar. De todas las veces que viví con alguien, siempre me tocaba ser la que decía adiós, esta vez fui la que se quedó. Nunca dejo de aprender en esta ciudad (aunque no siempre es bonito).
Gracias Dan, por todo, por siempre.