Raúl Fuentes presentó hace ya tres años su ópera prima “Todo el mundo tiene a alguien menos yo”, un film que bien podría pasar por un drama como por una comedia romántica, cumpliendo en ambos casos con su cometido.
Ahora, sin embargo, nos trae una propuesta totalmente diferente en cuanto a estética, narrativa, tono y finalidad.
La historia comienza sin mayor antecedente, una mujer, Ana, (grande Andrea Portal, quien protagonizara “Todo el mundo…”) carga a una jovencita desnuda de aspecto albino, quien se identifica como Dina (la excelente Michelle Betancourt, en su debut cinematográfico). Lo que iniciara como un aparente acto altruista, se va descosiendo en la construcción de dos realidades, ambas igual de terribles. Una, la de Ana, quien va ganándose la vida con dificultad a través de la trata de personas con fines sexuales; la otra, la de Dina, quien visita nuestro tiempo desde el futuro con la finalidad de evitar una catástrofe que nos destruirá.
“Anadina” no es una película suave ni sencilla de digerir. Su narrativa de apariencia pesada busca explorar la longitud del tiempo, lo fácilmente que podríamos destruir toda una vida en tan sólo una noche, la crudeza de las cosas que pasan en el mundo y que ni siquiera nos damos cuenta. El trabajo de las dos actrices protagónicas mantiene un hilo de sutil sordidez que nos permite aceptar la existencia de estas dos dimensiones, las cuales sería muy agradable desconocer.
Fotografías: Ana Cristina Rodríguez, Facebook / Behance