Experiencia y alegría de vivir. No hay mucho más que decir sobre las grandes emociones que pudieron exhalar los integrantes de la banda SODOM el día de ayer, pues se demostró una vez más, que tierras mexicanas y especialmente las tapatías, generan cariño y se encarnan en el recuerdo de los artistas que prueban las mieles de nuestra pasión por la música.
El lugar de encuentro fue el ya conocido C3 STAGE, y pues como sabemos, nuestro sauna comunitario por excelencia. Tampoco es como que importe tanto, nos encanta estar ahí cada vez. Y el hecho de disfrutar de una excelente banda de Thrash Metal alemana, no podía ser la excepción. Así que justo un poco antes de comenzar la función de poder, voces desgarradoras, y canticos de guerra junto a los camaradas, estábamos ya listos en posición.
Debo aclarar que tenía mis dudas sobre el evento, pues creo he tenido malas experiencias con las bandas asiduas de ése mismo género y su calidad y profesionalismo musical. Me alegra en sobremanera poder decir que me equivoque. Aunque tardaron un poco más de lo esperado, trataron de cuidar cada aspecto dentro del sonido del evento. Claro está, eso se logra junto a un equipo de gente trabajando unido al músico en el objetivo primordial. El mejor evento que hayas podido asistir.
Desde el momento que salió a escenario, Bernemann(guitarrista) nos brindó una gran y honesta sonrisa en cada momento. Respondiendo a los fans cercanos a él, coreando sus propias canciones, disfrutando cada nota entregada. Por su parte, Tom Angelripper (Thomas Such) demostró maestría de su instrumento vocal, no solo en notas y cantos, sino el tratar de involucrar a un público con una barrera entre ambos como lo es el lenguaje. Hubo un momento donde el caballero le avientan una bandera de México con el logo de SODOM en ella, a lo que él la tomó y abrigó en su cuello, al coro de “Ole Ole Ole Ole, Sodom Sodom…” del público tan entregado al momento que tenía entre las manos. La verdad fue algo especial, tanto que incluso los mismos músicos pararon un poco el show que tenían ya preparado, y agradecer la experiencia.
Por último, el señor Makka (Markus Freywald) repartiendo energía a diestra y siniestra, choques rítmicos tan necesarios y característicos en el estilo musical (tupa tupa), que era casi cual tambores de guerra incitando a los soldados del Apocalipsis que teníamos enfrente. El mos pit crecía y calmaba, movía y brincaba con cada golpe en la batería, un concierto que llegó incluso a la sangre de la nariz de un espectador que seguía feliz mientras el espacio de notas desgarrantes intoxicaba cada golpe en el foso.
Una bella cereza del pastel, fue el cover de Motorhead llamado Iron Fist, que aunque ya fue grabado en uno de sus discos (Persecution Mania), fue recibido con sorpresas y gritos de aliento. Es curioso el detalle de la semblanza tan parecida entre ambos cantantes, incluso en la posición corporal, timbre, instrumento, etc.