Amor, desamor, pasión, aventura y sed de vivir… Estas son tan sólo algunas de las palabras que podríamos utilizar para describir, muy superficialmente, el último disco de estudio del español Pablo Alborán, Prometo. Sin embargo, el resumirlo en tan sólo estos términos no le hace justicia a su promesa: ser honesto con sus emociones y hacer música hasta el día que muera.
Por Zazil Martinez
Desde su debut en el año 2011, Alborán ha cautivado los oídos y corazones de su creciente base de fans. Esto no es coincidencia, el malagueño ha sabido jugar muy bien sus cartas y con Prometo demuestra que la fama que se ha construido durante estos años ha sido una gran aliada que lo ha hecho crecer y madurar, lo cual se refleja claramente en el sonido y letras del álbum.
En Prometo encontramos dieciséis muy bien logrados tracks que nos hacen pasar por todo el amplio espectro de los sentimientos humanos, en los que Alborán juega al narrador, al villano, a la víctima, al héroe, relatando historias con las que cualquiera que haya vivido un poco podrá sentirse plenamente identificado. Es precisamente en este sentido de empatía que despierta este disco, que radica la magia de Prometo: se percibe como un disco profundamente personal, de experiencias compartidas con el público al que pone a un nivel íntimo de complicidad, hablándole de sus vivencias sabiendo que quien escucha podrá relacionarse a plenitud con al menos una de sus canciones, dejándole con el recuerdo – real o creado en el momento – de haber pasado por algo similar ya sea recientemente o en algún momento de su vida.
A pesar de que el álbum y el propio Alborán cantan constantemente al amor – en todos sus matices, tanto positivos como negativos -, Prometo sorprende con temas que van más allá del
romanticismo y son una oda a la vida, a la libertad y a la solidaridad. Con colaboraciones con Alejandro Sanz, quien podríamos afirmar vino a pavimentar el camino para otros cantantes españoles, y la portuguesa Carminho, Alborán reafirma su status de estrella dentro del pop y cumple la premisa de su álbum, demostrando que es un hombre de palabra y que cumple lo que promete: emociones puras a través de la nobleza de la música.