El Ballet de la Ópera de Liubliana no pudo tener mejor escenario en Guadalajara para presentar “Symphony of Sorrowful Songs”, homenaje al Director Tomaz Pandur (1963 – 2016), quien realizó un espectáculo inspirado en la Sinfonía No. 3 de Henryk Mikolai Górecki
Fotografías y texto: Carlos Rojo, @zaudare
Fue una noche llena de sorpresas para el espectador ya que la propuesta que creó el coreógrafo Ronald Savkovic fue bastante compleja, infinitamente alejada de las proyecciones a las que generalmente estamos acostumbrados, ya que no solo era una propuesta de la estética corporal o simplemente venir a proyectar el virtuosismo de los bailarines, era todo lo anterior y mucho más.
Cuando alguien decide crear algo tan arriesgado solo pueden pasar dos cosas: o crean una verdadera joya o un rotundo fracaso… en esta ocasión indudablemente fue la primera.
La música de Górecki era hermosamente compleja, oscura y sombría; un escenario completamente desnudo, acompañado de unas paredes que flotaban y cambiaban de posición, al fondo una pared profundamente iluminada y un juego de luces exquisitamente cuidadas, creaban un ambiente surreal, alejado del tiempo y el espacio, que jugaban con la mente y las emociones del público presente. Con movimientos llenos de poder y energía, los catorce bailarines que desfilaron por el escenario, poco a poco nos iban desarmando para trasladarnos a un estado de contemplación y pureza para hablar sobre las emociones más profundas del ser humano como la vida, el dolor, las despedidas, las pérdidas, la muerte, la esencia de la vida, la búsqueda de la verdad…
A través de una hermosa narrativa, Pandur y Savkovic crearon un poema visual para expresar lo que muchas veces no alcanzamos a describir con palabras.
Sin duda un acierto más para los amigos del Conjunto de Artes Escénicas, que cada día se está consolidando como el escenario de propuestas culturales más importantes de la escena tapatía.