Uno siempre piensa que al iniciar un proyecto, si la fortuna nos toca, desde un principio saldrá bien y llegará al éxito. Sin embargo la mayoría de los grandes proyectos y los grandes empresarios alguna vez tuvieron un tropiezo, y esas historias vale la pena contar en lugares como #FuckUpNights
Fui invitada a participar en #FuckUpNigthsGdl, para contar una historia de algún fracaso mío, y tras mucho pensarlo decidí contar la historia de en lo que alguna vez la ✨💩✨ (*emojis caquita*) con Kä Volta, y como me gustó mucho como la conté, decidí también compartirla con ustedes, para que conozcan un poco de lo que sucede detrás de este proyecto que creamos con mucho amor todos los días.
Muy frecuentemente me pasa que cuando le digo a alguien que soy editora de una revista de moda, música, cultura y estilo de vida, me imaginan como una rockstar, como si mi vida fuese una eterna fiesta, donde tengo acceso a todos los conciertos, que conozco a todos los diseñadores de moda, que voy a donde quiera ir, que me regalan cosas todo el tiempo, y disfruto de la vida sin tener que pagar o hacer nada. Que tengo el trabajo que todos quieren tener, que es el trabajo de los sueños, “The DREAM JOB”.
De alguna forma, esta situación es cierta, tengo acceso a muchas cosa que quizá otros no imaginan, sin embargo no es tan sencillo ni tan mágico como parece.
Kä Volta surgió hace casi 9 atrás, la planeamos entre mi socio Mack y yo. La empezamos como una especie de complemento y hobby, porque cada uno tenía su trabajo “de día”, y la revista era “como el trabajo de noche”, por que casualmente casi todos los eventos eran precisamente durante esa parte del día. En un inicio teníamos muchas ganas de hacer muchas cosas, de pertenecer. Por lo que a quien conocíamos le decíamos: “oye mándanos tu información y la subimos al sitio”. Lo que nos llevó a ir del tingo al tango, a que nos reconocieran, a que nos invitaran a todo y así fue como el contenido de la revista empezó a crecer.
Al cabo de más o menos 4-5 años ya estábamos invitados a eventos y cosas en todo el país, teníamos acceso a conciertos, festivales y foros de moda, también yo ya estaba dando charlas y conferencias de aquí para allá y digamos cualquiera que lo viera pensaba “ellos son un éxito”.
Por un lado, iba viento en popa, estábamos creciendo en seguidores, el contenido era bueno, cada vez teníamos acceso a mejores eventos, pero por otro lado no habíamos logrado un solo peso de ingresos al sitio, seguíamos solventando su existencia con nuestro dinerito “extra” del trabajo de día, y nos dimos cuenta que ese estilo de vida que llevábamos no iba a ser sostenible por mucho tiempo, y que eso mismo era lo que nos estaba limitando para hacer otro montón de cosas que teníamos en mente.
El problema era que NO ESTÁBAMOS VENDIENDO. Es decir montamos una revista, hicimos el plan de negocios, hicimos el media kit, teníamos lo necesario y nunca vendimos un solo anuncio. Si, estuvimos 4 años cotorreando básicamente.
Seguramente ahora estás con el grito en el cielo de pero “¿Por qué?”, razones hay muchas, desde que como lo solventamos con nuestro dinero, no logramos entender “la necesidad” o la importancia de esto, que nuestro “ego” ya estaba muy crecido y que esperábamos que “quisieran estar” no que tuviéramos que ofrecerles estar, aunque para mi simplemente nunca ofrecimos el servicio así que nadie se enteró de que lo teníamos.
Nuestro primer pensamiento al darnos cuenta de que estaba pasando fue que necesitábamos hacer lo que los emprendedores o empresarios estaban haciendo en ese momento, necesitábamos asesoría, o “ir a una incubadora de negocios”. Fuimos a una de estas, de las más conocidas, tomamos una clase muestra, enseñamos nuestro proyecto y la persona que hace las entrevistas y evaluó los proyectos nos dijo al final de la presentación: “ustedes tienen todo, solo se tienen que poner a trabajar”.
Claro que para nosotros fue una revelación muy sorpresiva, solo nos faltaba ponernos a trabajar, así que decidimos poner un departamentos de ventas, contratar a una vendedora y esperábamos que “mágicamente” al tenerla allí ya íbamos a vender, cosa que no sucedió y al cabo de un mes y medio y de que no nos entendíamos en el proceso, nos quedamos sin vendedora, y nos volvimos a estancar.
Pasado esto entré en una crisis existencial muy fuerte con respecto al proyecto, por que había perdido mi trabajo del día. No me quedaba otra, TENÍA QUE VENDER. Mi socio también para este punto ya estaba desgastado de que no lográramos llegar a ningún lado, ninguno podía aportar lo que económicamente hacíamos antes así que solo quedaban dos cosas por hacer: Cerrar o Vender.
Para este punto era muy difícil aceptar lo que estaba sucediendo, por que a pesar de que pasaban estas cosas “por atrás”, Kä Volta seguía creciendo, seguíamos creando contenido, asistiendo a eventos y manteniendo al público que habíamos logrado. Era hasta ridículo que me preguntaban “¿cómo va Kä Volta?” y yo “todo va muy bien”, con una sonrisa que cada que la recuerdo la siento falsa.
Me llegué a sentir acorralada hasta pensar… “¿por qué inicié este proyecto?”, y yo sabía que lo que más quería hacer era escribir. Tras algún tiempo de reflexión en el limbo (porque sinceramente no se cuanto me tomó), decidí conversar con mi pareja, ya había llegado al límite, donde tenía que decidir ahora, y él me dijo dos cosas: “Haz el proyecto que te haga feliz”, y que la revista no era el único medio que pensara si era el camino que quería tomar o si solo estaba aferrada a el por que creía que era el único y otra frase que me dijo en ese momento fue: “pedir no empobrece”, creo que estamos muy acostumbrados a creer que por ofrecer nuestros servicios ya somos “menos o inferiores a otros”.
Después de esa charla y ya determinada a vender y seguir con mi proyecto me animé a también conversar con una de mis mejores amigas, que curiosamente se dedica a las ventas y me dijo: “¡Que no te de pena cobrar por lo que haces!” “Ana, Créetela”, “Tienes que creer en Kä Volta”. Esas tres frases que anoté mientras charlaba con ella en el teléfono se han quedado conmigo todo el tiempo.
Estas dos charlas me sirvieron mucho para determinar qué camino tomar. Abrimos nuevamente el correo de ventas, monté un apartado ya formalmente en el sitio, lo mencioné en redes, y casi de inmediato llegaron propuestas, pareciera que solo faltaba abrir el negocio al público para que empezara a llegar clientes.
Durante este tiempo he aprendido que, no existen caminos a seguir para los negocios. Que cada quien tiene su proceso, que aunque hay muchos consejos de qué hacer en libros y en Internet, no es un camino establecido y que no solo depende de la empresa si no también de los empresarios.
Aprendí a abrirme con los demás, y entender que la colaboración no es solo para hacer obtener gratis, si no que esta comunicación permite ayudarte y ayudar a otros. Encontré una serie de mantras que son los que hasta el día de hoy sigo para cada cosa que hago en Kä Volta y en mi vida. Empecé a aplicar las cosas que hago con mis clientes de diseño para mi misma. Aprendí a que antes que editora de revista soy EMPRESARIA, y que en cada momento tengo que pensar como tal.
Aprendí a ser convenenciera, es decir a que mis elecciones en cualquier sentido en la revista están basadas en la conveniencia de la misma y no en lo glamuroso que pueda sonar. A soltar, a creer en mí y en mi proyecto.
Y después de esto algo quedó muy claro en mi mente: … “This is a JOB, not just a DREAM JOB” / “Este es un trabajo, no solo un TRABAJO DE ENSUEÑO”. | #LunesEnTacones