¿Te acuerdas que estabas haciendo 15 años atrás? Si rondas los 30, probablemente estabas en esos increíbles (o incómodos, depende de tu experiencia) años de la preparatoria, viviendo experiencias por primera vez, descubriendo cosas nuevas y, con suerte, escuchando Am I Wry? No, en la radio o en algún canal de videos, en esa mágica era pre-streaming en línea.
Por Zazil Martínez. Fotografías cortesías del Teatro Diana
Hace 15 años el sonido de Mew llegó a cambiar por completo la percepción musical de muchos, transportándonos a paisajes oníricos en plena vigilia a través de sonidos sublimes de distorsiones auditivas y altibajos sonoros, capaces de atravesarnos el corazón gracias a la extraordinaria conjunción de la voz de Jonas Bjerre, la fantástica instrumentación de Johan Wohlert, Silas Utke Graae Jørgensen y Bo Madsen, y sus sutilmente desgarradoras letras. Un gancho al hígado que terminabas agradeciendo.
¿Puedes tener el corazón roto y sentirte totalmente pleno al mismo tiempo? La noche del pasado 5 de octubre la banda danesa nos demostró que sí, con un esperadísimo concierto para celebrar el
decimoquinto aniversario de Frengers, el disco que consagró a Mew a nivel mundial. Después de 9 años sin pisar tierras tapatías las expectativas eran altas, y los oriundos de Dinamarca supieron alcanzarlas con creces. El tono de la noche fue enmarcado con las primeras notas de Repeaterbeater al tiempo que el público, junto a Johan, entonaba sometimes I’ve got nothing to say, nothing to sing about… como un hechizo que cautivó por completo a todo el recinto. Este nuevo encuentro con Mew se dividió en dos partes: durante la primera, un repaso por los temas más emblemáticos de su amplio repertorio musical, abarcando todos sus discos de estudio; Special, The Zookeeper’s Boy, Satellites y Louise Louisa, entre otras dejaron a su paso devastación, redención y un mar de lágrimas (me contaron) a su paso, antes de una breve pausa que fungió como la antesala del tan esperado momento: escuchar Frengers, en su totalidad, en vivo.
Farah now that we’re here
Can you tell me exactly how I should have done?
Los sentimientos encontrados y recuerdos agridulces, recientes o ya enterrados, se apoderaron de todos los presentes durante 48 preciosos minutos, durante los cuales la sensibilidad estuvo a flor de piel, abriendo heridas con la delicadeza que sólo el contraste de la voz felina de Bjerre y los triunfantes crescendos instrumentales de sus compañeros, pueden ofrecer. El concierto (al igual que Frengers) cerró con broche de oro: con los 533 segundos de perfección llamados Comforting Sounds, un dulce lamento y carta de amor a la soledad compartida y propiciada por el distanciamiento con alguien amado. Why don’t we share our solitude? Nothing is pure anymore but solitude. Durante dos horas, todos volvimos a esos desastrosos días de caos sentimental, destruidos, reconstruidos y nostálgicos. Mew no tuvo piedad al respecto y por eso, muchas gracias.