– “¡Bueno ya está, se acabó la relación! Por fin podré tener todo el clóset para mí. Comeré lo que yo quiera. Saldré con quien yo quiera. Tendré los todos los amigos que yo quiera sin preocuparme si le caen bien al hombre en turno. Tendré todo el tiempo que yo quiera, seré libre.”
Esa es la primera escena de la vida de cualquier Soltera Reciclada que basa su bienestar emocional en los dos gramos de fuerza interna que le ha proporcionado escuchar una y otra vez «Me río de ti» de Gloria Trevi seguida de «Todos me miran», para terminar en el sillón envuelta en una cobija admitiendo que en realidad está como Marisela: «Sola con tu soledad» y tus sentimientos hechos garras porque no sabes qué rumbo tomará tu vida amorosa…
Bueno sí la amorosa, pero lo inmediato, lo primero, lo práctico ¿dónde irá tu vida sexual? ¡ESO!
¡Ay, Dios mío! Todas las preguntas sin respuesta te atraviesan la mente como cuchillo sin filo y ahora ¿Qué rayos? Te imaginas que alguien te invita a salir, ok, todo sale bien durante la cena, comida o lo que sea, pero y si surge más intimidad ¿Cómo le vas a hacer?
Reparas que durante casi seis años estuviste con un solo hombre, pero ya lo último no te acuerdas bien quién encendía la llama. Sumida en tu propia peli de terror te resistes a que la idea de que tu vida sexual ya se acabó… Respiras hondo y al exhalar exclamas muy solemnemente: ¡NO ES CORRECTO, NO, NO ES JUSTO Y NO ES NORMAL QUE LLORE YO ASÍ. NI MADRE, MI VIDA NO SE ACABA AQUÍ! Te sacudes las moscas mentales, buscas tu mejor vestido, te maquillas y sales entaconada al bar donde conocerás a ese hombre que te cambiará la vida en una noche.
Entras al bar luciendo el vestido azul que compraste para el cumpleaños de tu ex suegra. Te reprendes por recordar el pasado, pides un martini porque es elegante y te hará ver como a Jane Fonda. El cantinero te pregunta si con ginebra y tú respondes muy segura que sí, pero no tienes idea porque no bebes. Te giras en el banco mientras el cantinero hace lo suyo, observas la mercancía, cruzas la pierna ya con tu copa en la mano, das el primer trago y piensas «Ah cabron» sabe a perfume. Pero sigues en tu papel de femme fatal de petatiux hasta que se te acerca un tipo alto, calvo, barbado y te pregunta «May I join you?» ¡GOOOOOEY OBVIO! Dejas tu copa y te alegras de hablar inglés, Danny, te invita una copa, aceptas y dejas que elija él porque posiblemente la cagues otra vez y además de borracha acabes con indigestión y sería muy feito pedorrearte en pleno ligue.
Por otro lado, Danny seguro tiene más vida social que tú. El hombre pide dos Old Fashion, ¡Ay qué padre como Don Draper! Dices emocionada, otro tema del cual conversar. Danny elogia tu dominio del idioma. Te das cuenta que la comunicación fluye con este hombre que resulta es neozelandés, te imaginas viviendo en ese país del que solo sabes el nombre, pero a quién le importa eso, das un sorbo a la bebida, «Este sí está biiiiien sabrotso, dulcecito» piensas mientras observas la sonrisa de Danny que deja ver sus dientes perfectos, el cantinero indica que cerrará barra por si quieren pedir algo más, Danny se acerca a ti y te da un beso, su aliento literalmente embriagador termina por convencerte de que acabas de conocer a tu próximo marido.
Suben al Uber con dirección a tu casa, sí, esa casa que compartiste apenas hace dos meses con Sr. H, pero como la H es muda y para ti ya casi que invisible entras con Danny de la mano. Un beso por aquí, otro por allá y la mano… ¡Ay la mano está por acullá! Danny te desabrocha el vestido mientras te besa la nuca y tú frente al espejo miras con sorna los calzones papalote que traes puestos.
Durante los casi seis años nunca reparaste en eso y ahora te das cuenta de que estás en tu propia versión de Bridget Jones «Ojalá Danny lo tomé tan bien como Daniel Cleaver», al fin se llaman igual, ok, todo fine, no los tomó en cuenta, pero cuando crees que la noche está salvada, Danny te mira diciendo «OMG your bush!» De Bridget Jones pasaste a No te metas con Zohan «Y ¿Ahora qué?»
Te cubres inmediatamente, Danny se acerca a ti ya en otra forma, incluso tierna. Sueltas a llorar y la muda consonante sale al tema entre la desnudez. Danny, te abraza, te besa la frente y esa noche que sería la más loca y sexual tipo Conchita Alonso termina con múltiples consejos de moda y cosmetología genital, una cita para depilado brasileño y un amigo que periódicamente te envía un mensaje «Hi Bushtiful!»
¡Bonito fiiiiiiiiin!
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