«¿Vamos a tu casa?» me preguntó y yo pidiendo el Uber mientras Mr. Fast le explicaba a Lupita lo inexplicable, ya dentro del auto seguimos la besuqueada…»
Entre besos sabor suadero con salsa verde varias dudas se apoderaron de mí:
¿Estará circuncidado?
¿Se cortará las uñas de los pies?
¿Traerá su cepillo de dientes?
¿Lupita estará bien?
¿Roncará?
Llegamos a mi casa, subimos tres pisos de escaleras que en el rush de la pasión sentí que fueron diez. En mi habitación, encendí la luz dispuesta a todas las posibles desagradables sorpresas que un encuentro así puede traer consigo. En este caso, hay que escuchar a la experiencia que dice «encuéralo primero» total si vemos que duda uno y dos son negativas, una sigue vestida aunque esté alborotada.
En el caso de Mr. Fast con éxito pasó las dos primeras y asaltantes dudas así que mi pervert interior dijo «ay fiu» y así Mr. Fast pasó inmediatamente a la siguiente ronda donde nos seguimos envolviendo en besos de suadero, caricias con cebolla y halagos con toques de horchata bien fría.
Es curioso como en esos momentos donde la pasión carnal se destaca algunas interrogantes aparentemente sin importancia se hacen presentes. Por ejemplo, empecé a cuestionarme si Mr. Fast pensaría que yo era una chica «fácil» por haberlo llevado a mi casa en lo que casi era nuestra primera cita, por otro lado yo misma lo había citado a la salida de mi terapia sicológica, así que la promiscuidad quedaba justificada con mi locura, luego él me presentó a Lupita, su bicicleta, entonces pus ya estábamos locos los dos, ok, teníamos algo en común.
Antes de Mr. Fast mi vida sexual había estado en «reposo» y la presión por distintos asuntos en mi vida se había acumulado, entonces este era el momento perfecto para soltar un poco de todo aquello y ya que Mr. Fast había librado con éxito los dos primeros filtros de la encuesta procedí al propio encuere, sin más preámbulo, me quité la blusa, lo ojos de Mr. Fast se abrieron, fuera sostén y ahora sí casi como luchador de la triple AAA me le aventé desde la tercera cuerda y ¡ZaZ! Mr. Fast realmente fue fast porque en cinco segundos me dijo como Bugs Bunny «Eso, eso, eso es todo, amigos» y yo furious.
Mr. Fast lo notó y para suavizar el momento dijo acariciándome la espalda «Bueno, es el primer round» y yo en shock pensando de qué deporte estará hablando este baboso porque hasta donde yo sabía los rounds de box duran minutos, dos por lo menos.
Entonces Mr. Fast me dijo «Viste, me recupero rápido» y yo «Buuuuueno, va, me rifo» Ahí voy como el Santo otra vez desde la tercera cuerda cuando en tres segundos Mr. Fast reafirmaba ahí frente a mis descalzonados ojos que Flash era un imbécil a su lado cuando de rapidez se trata, mientras mi pervert interior se hacía garras gritando «¡KHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ES ESTÁ MAMADA!» Mr. Fast repetía entre jadeos constantes con los ojos cerrados «Perdón, perdón, perdón es que estás preciosa» y yo en chock (sí, chock) ¡ALGUIEN EXPLÍQUEME ESTO!
¿El pedo es mío o cómo? ¿tengo yo la culpa de mi belleza física para que este hombre no se controle más de diez segundos y además me diga que la responsable soy yo? Mientras trataba de darme yo misma una explicación inexplicable con una enorme sensación de culpa y vergüenza observé a Mr. Fast acostado entre mis almohadas recién lavadas retorcerse de placer con los ojos aún cerrados. Mr. Fast extendió sus brazos (firmes por cierto, lo único firme ya en ese momento) me abrazó por la espalda, yo seguía preguntándome si había hecho algo mal cuando este hombre dijo «es que neta estás preciosa, te sentías tan rico… no me pude aguantar, es que como los últimos cinco años solo había estado con hombres».
¡TOIN, SÚPER TOIN!
Si según yo ya había aprendido a realizar las preguntas correctas como:
¿Te gusta el helado de chocolate?
¿Estudias o trabajas?
¿Picas o platicas?
¿Te gusta el pozole?
¿Fumas?
¿Bebes?
¿Sigue viva tu mamá?
¿Casado, soltero, dejado?
¿Qué comes?
¿Vas al dentista?
¿Sabes qué es un dentista?
Ahora me veía agregando a esa lista:
¿Bixesual, trisexual, pansexual?
Efectivamente, mi amiga tenía razón, no solo no sabía hacer las preguntas correctas; sino que pasé por alto interrogantes que hora sé son básicas. Así que echada a un lado de ese hombre del que ya no sabía cómo rayos sacar no de mi vida, sino de mi cama con delicadeza (ya saben amabilidad de femenina) Mr. Fast se dio la vuelta emitiendo un ronquido profundo tipo oso herido.
¿Roncas, roncas, roncas? Nancy, no le preguntaste si roncaba y ahí ya la desesperación me hizo presa, recogí sus calzones, se los aventé en la cara, lo levanté de una y lo mandé… a ver a Lupita.
¡Bonito fiiiiiiiiin!
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