En el mundo vertiginoso de la moda, donde las tendencias van y vienen como estaciones aceleradas, hay ciertos estampados que nunca se marchan del todo. Entre ellos, el pata de gallo
El elegante juego de formas dentadas en blanco y negro, aunque cada vez más multicolor, sigue demostrando que lo clásico también puede ser provocador, moderno y, por qué no, divertido.
Un patrón con pedigrí
El estampado pata de gallo tiene sus raíces en Escocia, nada menos que en los pastizales del siglo XIX. Originalmente usado en mantas tejidas por pastores, el patrón que también era conocido como houndstooth en inglés, era una forma de tejido de lana a dos colores que ofrecía una textura visual compleja. No tardó en escalar posiciones sociales hasta volverse sinónimo de elegancia británica. Su nombre hace alusión a la forma de las figuras: pequeños fragmentos dentados que recuerdan a las patas de un ave de corral. Extraño pero efectivo.
Fue en los años 30 cuando el estampado comenzó su verdadero desfile en el escenario de la alta moda, y lo hizo nada menos que de la mano de Christian Dior. Su colección “New Look” elevó este patrón a símbolo de feminidad sofisticada, convirtiéndolo en emblema de la casa Dior. Desde entonces, el estampado ha sido reinterpretado por diseñadores como Chanel, Alexander McQueen, Moschino y Balmain, entre otros, que han sabido jugar con su estructura en nuevas proporciones, colores y materiales.
Tradición con twist
Lo mágico del pata de gallo es su capacidad para reinventarse sin perder su esencia. Aunque su combinación más icónica es el blanco y negro, hoy lo vemos en tonos vibrantes: rosa fucsia, verde lima, azul eléctrico e incluso neón. Los tamaños también se han multiplicado, pasando del pequeño y formal al extra grande, ideal para prendas que quieren hacer una declaración visual.
Además, ha cruzado todas las fronteras de género. Lo que antes era un guiño a la sastrería masculina de antaño, ahora forma parte de vestidos femeninos con cortes audaces, pantalones amplios, bolsos, botas e incluso accesorios para el cabello. El pata de gallo ya no es sólo elegante: es irreverente, es joven, es tendencia.
Cómo usarlo hoy
Incorporar este patrón en tus looks puede parecer un reto, pero es más versátil de lo que parece. Aquí van algunas claves para sacarle provecho sin perder el estilo:
Un toque clásico
Un abrigo oversize de pata de gallo en blanco y negro eleva al instante cualquier outfit básico. Úsalo sobre jeans, una camiseta blanca y zapatillas, y obtendrás un look effortless con vibra chic.
Color sin miedo
Atrévete con prendas en pata de gallo de colores. Un blazer en tonos vibrantes con pantalones lisos o una falda estampada con un top neutro pueden ser la combinación ganadora.
Mix de patrones
¿Y si lo llevas con rayas o cuadros? El secreto está en mantener una paleta cromática común y jugar con las proporciones. Una blusa pata de gallo mini combinada con una falda de rayas anchas puede ser más editorial de lo que imaginas.
Accesorios con impacto
Si prefieres empezar con algo más sutil, apuesta por un bolso, bufanda o incluso unas botas con este estampado. Le darán a tu look un aire sofisticado sin necesidad de arriesgar demasiado.
El eterno regreso
Pata de gallo no es solo un estampado: es una actitud. Una declaración que dice “sé de dónde vengo, pero no me detengo ahí”. Y en una era donde el archivo histórico se mezcla con la visión del futuro, este patrón se posiciona como el compañero ideal para quien busca destacar sin perder el hilo de lo clásico. Así que la próxima vez que pienses en qué ponerte, recuerda: a veces, la moda más actual lleva siglos perfeccionándose. Y el pata de gallo, sin duda, es prueba de ello. | #KaVolta 🤍, por Valeria Ramírez.