Existe un cliché sobre el cine francés que dice que es lento, pesado y algo carente de sentido; “La chica desconocida” (2016), de Jean-Pierre Dardenne, puede perderse un poco en este viejo estigma; sin embargo, quien disfrute de una narrativa con un ritmo un poco más lento –del que nos tienen habituados los blockbusters hollywoodenses– podrá disfrutar de una historia que ve más allá de lo que aparenta.
Jenny es una doctora con una vida prometedora, vive en la rutina del cuidado de un consultorio para pacientes con seguro social junto con Julienn, un joven practicante. Está por empezar a trabajar en un prestigioso hospital donde la reciben con altas expectativas y una promesa de crecimiento. Sin embargo, toda la esperanza y especulación se rompen una noche, cuando alguien timbra al consultorio un rato después de que haberlo cerrado. Julienn quere abrir, pero su jefa se lo impide en un intento por mostrar su autoridad.
A la mañana siguiente, Jenny descubre que una chica, anónima hasta ese momento, apareció muerta en el río frente a su trabajo, y ésta fue la misma que tocó a la puerta y que recibió su rechazo. A partir de ese momento Jenny comienza a preguntarse “si hubiera abierto la puerta, ¿ella habría muerto?”.
Durante la película conocemos el viaje de Jenny a través de una obsesión: descubrir quién era esa chica y llegar hasta los últimos límites con tal de descubrir al menos un poco sobre esta joven, casi como si buscara algo de ella misma, una niña perdida, desconocida, diluida en un trabajo que la ha vuelto fría, que le ha quitado el gusto por ser médica y ha alimentado su ego hasta hacerla ser dura con las personas que quiere bajo la excusa de la profesión.
Si bien esta película no está cargada de simbolismos profundos y complejos, cuenta una historia de una chica perdida en el mundo de lo superficial y que ha decidido reconectar con aspectos perdidos; una obsesión parece descontrolarla, pero al mismo tiempo la hace redescubrir su responsabilidad. No hay intensidad, no hay gran pretensión, sólo una historia.
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