Ilustración por AleR, @alerthedrawer
Cuando era una niña, mi abuela siempre tenía una biblia abierta en la sala, decía que así la casa estaba protegida
Yo me sentía muy interesada por leerla pero cada que veía el grosor de la misma no podía evitar aburrirme y dejarlo por la paz… Hasta que vi “Armageddon”, la película esa de Bruce Willis con la canción de Aerosmith, oh sí, leí la parte de Apocalipsis, muy a pesar de que mi abuela me dijera muchas veces que para leer esa parte había que leer TOOOODA la biblia o si no, no entendería la parte del Apocalipsis, para no hacer la historia más larga leí Apocalipsis a escondidas (Abuelita perdóname) y quedé fascinada con todo, pero sobre todo con los cuatro jinetes, qué personajes tan interesantes.
Cuando sufrí de depresión buscaba respuestas en todas partes, lo juro, a veces abría un paquete de Sabritas y una esquina quedaba sellada y pensaba ¿Qué me quiere decir esto? Sé que ahora puede causar gracia pero en esos momentos te sientes tan alejado de todo que de verdad esperas que algo te rescate, lo que sea, esperas una señal de que las cosas estarán bien. Entonces en esa época volví a ver Armageddon y eso me llevó a la biblia de mi abuela, dónde Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis me llevaron a hacer una comparación con lo que pasaba. Les explico:
El primer jinete del que hablan es el del caballo blanco y es el de la victoria, que de acuerdo a la religión católica representaba la victoria del evangelio o algo similar pero para mí sólo significaba la Victoria de las malas costumbres en mi vida personal, por años dejé que muchas personas me robaran energía y tiempo, hice cosas que no disfrutaba y nunca hablé de lo que sentía, nunca lo hice, siempre creí que querer morirme o dormirme llorando era normal, fue horrendo. En mi cabeza esas malas costumbres sólo fueron una bomba de tiempo que detonó a mis 18 y causó mi depresión.
El segundo jinete es el de la guerra que para mí era interna, desde muy joven sentí los síntomas de la depresión y ansiedad pero siempre los ignoraba, la guerra era conmigo y con tratar de enojarme, porque enojarme era más fácil que aceptar que me sentía triste.
El tercer jinete es el del hambre que para mí era un hambre de tiempo y de paz, en un tiempo y para no sentir tantas cosas me llene de fiestas, de alcohol y malas decisiones, quería estar sola y tener paz pero no podía, en el momento en el que todo paraba y volvía a mi cama, sentía un vacío en el pecho, me aterraba estar sola pero lo ansiaba tanto, tenía mucha hambre.
El último jinete es el de la muerte, cuando mi terapeuta me explicó qué era la depresión y todo lo que seguía en mi proceso sentí eso, que algo en mí había muerto era mi felicidad, jamás creí que volvería a ser feliz o la misma de siempre.
Después de un tratamiento de más de un año, logre volver a sentirme mejor, pero siempre vuelvo a la analogía de los jinetes y trato de pensar cuál está ganando para que mi Apocalipsis personal no vuelva a hacerse presente.
¿Tú tienes analogías? ¿Cómo te ayudas?