El libro ilustrado está siendo distribuido por Sexto Piso en México
Las últimas dos fueron semanas difíciles: después de cuatro años tuve que regresar a casa de mis padres y traerme conmigo nada más que un par de maletas con ropa y unas cajas de libros.
En mi generación, de cierta manera, el éxito económico e incluso el social se mide por la independencia de que seas capaz de lograr. Regresar a mi barrio de la infancia, después de años de haber estado lejos, me devastó: sentía que perdía mi hogar —además de mi más larga relación amorosa—, que éste no me alcanzaba para uno nuevo para mí sola y que a donde iba no volvería a serlo jamás.
En la costumbre de los horarios, en el siempre complicado cálculo de las distancias y el estrés de saberme en un lugar ajeno, con dinámicas que no me incluyen, llegó por correo el nuevo libro de María Luque, del que muchos habían estado hablando en Twitter y en Instagram: y me sanó.
La lectura de Casa transparente, editado recientemente por la editorial Sexto Piso, toma apenas una hora, pues es un libro breve ilustrado y, en definitiva, con una estética única gracias a su simplicidad, colorido minimalismo, que le valen todos los adjetivos que le atribuyen en la mayoría de las reseñas que se hicieron al respecto y que le valieron la obtención del primer Premio Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas.
La historia es muy breve, María Luque, en una serie de episodios, narra parte de su vida: el de la Argentina es un trabajo genial, pues viaja por el mundo cuidando las casas de sus amigos que viajan. Paga las cuentas, riega las plantas y cuida a los gatos de los demás, mientras vive sin llegar a acostumbrarse nunca en barrios fascinantes y a las nuevas culturas.
María Luque dice que en el momento de su vida que retrata en el libro no tenía casa. O tenía muchas casas, incluyendo en algunos episodios la intemperie.
Lo que cuenta en los varios capítulos ilustrados son las formas en las que ella se explicó su condición de nómada: cómo vivía cada trivial decisión de entonces, incluso comprando el shampoo y cómo contestó a los cuestionamientos de todas las personas que al conocerla sentían el derecho de hacer comentarios al respecto.
En el fondo hay sarcasmo y hasta ironía en cómo Luque plasma aquí algunas de las cientos de preguntas que tuvo que responder respecto a su vida. Porque a todos nos dijeron que tenemos que tener casa, que tenemos que buscar una, que es parte de un objetivo universal, algo que, en algún momento de tu vida, vas a querer, al igual como se supone que son los hijos o un empleo estable. Pero al carajo con eso. ¿No se supone que nosotros éramos diferentes por desafiar esos objetivos? Desafiar eso me parece sumamente valiente.*
Me hizo mucho sentido la imagen de viajar a tus muchas casas con una sola maleta y abandonar todo lo demás. Me hizo mucho sentido no tener casa y pensar que en el futuro, si decido alquilar una habitación o una nueva casa con nuevos compañeros de casa, tampoco la tendré del todo.
El trago amargo ya pasó y ahora la posibilidad de la deserción a ese deseo, que he creído mío durante todos estos años, me sienta casi con felicidad.
*Nota: Este libro se basa en hechos reales y autobiográficos que pasaron hace años en la vida de Luque quien ahora vive en Buenos Aires en donde trabaja, exhibe, es ilustradora editorial y coordina talleres. Me sigue pareciendo valiente, tho.