Jamás un sonido tan familiar ha logrado trascender las décadas como el grunge de Garbage. Es con su sexta producción “Strange Little Birds”, que este cuarteto mantiene su liderazgo en las filas de las bandas que siguen haciendo música como el primer día.
Existen voces que se quedan plasmadas dentro de la mente como un bucle. Shirley Manson, sin duda es la mujer que desde 1994 cuando se formó Garbage, ha puesto los estándares más altos en cuando a tono, estilo y voz se refiere. Los años no parecen haber pasado. Por increíble que parezca 21 años y cinco álbumes de estudio después, Garbage sigue manteniendo el sonido que caracterizó a toda una época vivo.
“Strange Little Birds” es la sexta producción discográfica de Garbage en la que el rock industrial se acentúa, las guitarras desalineadas fluyen de manera natural y los sintetizadores no son protagonistas, sino que acompañan las rudas y distintivas baterías de antaño.
El viaje sonoro de regreso a los noventas comienza con el ecléctico instrumental de ‘Sometimes’, que poco a poco resiente los graves bajos y guitarras, acompañados de la suavemente poderosa voz de Shirley. Luego, el primer single titulado ‘Empty’ en el que recuerda a los viejos tiempos cuando sonaba ‘Stupid Girl’ en la radio. Sensual, atrevida, enérgica y jovial. Los años a la voz de Shirley no parecen llegar.
El tempo disminuye en la balada romántica ‘If I Lost You’. Una pieza bastante dulce y tenue con tintes electrónicos ligeros que atrapa por más de cuatro minutos. Ya para cuando llega ‘Magnetized’ las guitarras explotan firmes y potentes junto al estremecedor timbre de Shirley.
‘So We Can Stay Alive’ bien podría representar la máxima esencia de Garbage en su totalidad. Solos de guitarra ejecutados de manera magistral y el efecto sonoro del Trip-Hop con coros, efectos y ecos. Finalmente ‘Amends’ que como cierre del álbum logra encapsular el filo de las guitarras con tal precisión que cada efecto detrás de la producción brilla por sí solo.
La renovación de Garaje quedó plasmada en “Strange Little Birds”, el álbum que demuestra que aunque sea el 2016, el rock de los noventas no pierde la esperanza.