La semana pasada se inauguró en el MUSA, la exposición Cristóbal Balenciaga en la que varias de las más importantes piezas de sus creaciones, fueron exhibidas.
A Balenciaga, uno de los modistas más importantes de europa a principios del siglo pasado, al mismo tiempo que Chanel, Givenchy y Dior, se le conoce porque revolucionó las formas: en una era en la que lo que sobresalía de las prendas era que destacaban la cintura y el busto de las mujeres; él se centró en las muñecas, los brazos y la nuca. Nunca gustó de la fama, para él tenían que hablar sus creaciones mucho más de lo que él pudiera expresar en palabras.
Hay quienes dicen que simplemente era alérgico a la frivolidad que rodeaba (y rodea todavía) al mundo de las pasarelas. La misma Coco Chanel lo definió como el “único auténtico couturier”, ya que a diferencia de sus contemporáneos “era capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin”.
La figura de sus diseños es una afrenta directa de lo que entonces se veía dar la vuelta al mundo. Introdujo una nueva silueta de mujer en sus vestidos: las líneas fluidas y los volúmenes sorprendentes fueron su sello de identidad que luego le ganó una popularidad que llegaría hasta los más altos escalones de la realeza y la aristocracia española, y luego de europa.
“Fueron, en definitiva, líneas, modelos y diseños que marcaron una época, como la línea tonneau (1947), el look semi-entallado de 1951, las faldas balón de 1953, la túnica de 1955, el vestido saco de 1957 o el baby-doll de 1958. Fue la eclosión definitiva, la ascensión a los altares de la costura de un iconoclasta adelantado a su tiempo. Sus colegas, la industria de la moda y el público en general así lo evidenciaron con sus halagos. Incluso hoy en día, medio siglo después de aquella ruptura con el pasado, las pasarelas siguen mostrando sus propuestas”, se dice en su biografía redactada por el Cristobal Balenciaga Museoa en España.
La exposición Cristobal Balenciaga que se inauguró el viernes pasado en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, alberga en cuatro salas parte de la historia de este modisto. Prendas, fotografías libros y cuadros de artistas plásticos mexicanos, dialogan entorno a los grandes cambios que se lograron en aquella época y que, por supuesto, reflejan la manera en la que vivían quienes portaban esos vestidos.
De estas prendas –que sólo se pueden exhibir cierto tiempo y luego mantenerse en resguardo durante varios años para no dañar los textiles– se pueden aprender muchas cosas y deducir otras atravesando el tiempo y el espacio por medio de las creaciones, pero hay otra cosa que no podemos pasar por alto y es que en sus modelos Balenciaga volcó algo nunca antes visto en la moda: la inclusión de múltiples disciplinas en las ideas artísticas.
Según la frase más famosa atribuida a este diseñador vasco “un modisto debe ser arquitecto para los planos, escultor para formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida”. No cabe duda que estuvo adelantado a su época y es hoy una de las mayores inspiraciones de los diseñadores de nuestros tiempos. Su legado siempre será vigente.
Esta exposición es una colaboración entre el MUSA, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México y el Cristobal Balenciaga Museoa. Vestidos, fotografías de las indumentarias, vídeos, sombreros, guantes, y bocetos son parte de la exhibición y estará disponible en las cuatro salas de la planta baja del Musa hasta Enero del próximo año.