Imagina que despiertas. No sólo no sabes cuándo fue que te quedaste dormido, no tienes idea de qué hora es, ya que nubarrones de polvo y niebla parecen cubrir el cielo. A tu alrededor sólo encuentras la destrucción de todo lo que algún día conociste.
No posees nada, no tienes a nadie.
Buscas sin resultado divisar ese ícono de esperanza que se erigía poderoso como símbolo del lugar donde naciste.
Todo se ha ido y los sobrevivientes tienen que marchar.
Por Zazil Martínez
No, no es el inicio de una saga de fantasía épica (aunque bien podría serlo), es el sentimiento que surge al escuchar Undoing Luciferian Towers, el primer track del sexto álbum de estudio de Godspeed You! Black Emperor, que lleva por nombre Luciferian Towers. Más de 20 años vigentes y aún resulta difícil etiquetar el género y el sonido de GY!BE, ya que mientras muchos lo clasifican como “post-rock”, algunos críticos han preferido agregar etiquetas que aluden al neo-clasismo e incluso al punk. Y puede que tengan razón. Si bien el mensaje de Luciferian Towers habla de la destrucción y el renacimiento a través de la redención (muy notorio en los tres actos del disco), para nada se deslinda de la realidad en la que este colectivo, oriundo de Canadá, vive.
Las raíces del movimiento punk, intrínseco y primordial, en este disco (más en actitud y sentimiento que en sonido) son un reflejo puro de un sentimiento de inconformidad ante la situación global actual en la que la música funciona como una herramienta de rebelión, de propaganda, de revolución pura que evoca batallas de otros tiempos necesarias en los nuestros, en las que los ídolos falsos caen para dar paso a un nuevo orden mundial de igualdad sin fronteras ni imposiciones canónicas, sin figuras de autoridad totalitarias, sin esas torres desde las cuáles quienes están en el poder nos miran con desdén.
Es increíble como el sonido puede despertar sentimientos tan viscerales como aquel de la libertad, pero de alguna forma GY!BE lo logra sin esfuerzo alguno, a través de disonancias armoniosas (debes amar un buen oxymoron) y poderosos crescendos que acentúan el mensaje con un virtuosismo único.