• Carta del Editor
  • Moda
    • Moda Mexicana
    • Qué Me Pongo
    • Tendencia
    • Inspiración
    • Desfiles
    • Belleza
  • Cultura Pop
    • Cine
    • Libros
    • Música
      • Música Nueva
      • Discos
      • Conciertos
      • Playlist
    • Tecnología
    • Vida
  • Columnas
    • Lunes, ¡en tacones!
    • Selva Corporativa
    • … la chica que diseña.
    • Tengo Preguntas
    • Soltera Reciclada
  • Agenda 📅
Kä Volta
  • Stalkers Profesionales
  • Prácticas
  • Publicidad
  • Contacto
  • RSS
  • Regalos & Cortesías
Síguenos en redes sociales
Instagram
Facebook
Twitter
Spotify
Pinterest
LinkedIn
Kä Volta
Inscríbete
Kä Volta
  • Carta del Editor
  • Moda
    • Moda Mexicana
    • Qué Me Pongo
    • Tendencia
    • Inspiración
    • Desfiles
    • Belleza
  • Cultura Pop
    • Cine
    • Libros
    • Música
      • Música Nueva
      • Discos
      • Conciertos
      • Playlist
    • Tecnología
    • Vida
  • Columnas
    • Lunes, ¡en tacones!
    • Selva Corporativa
    • … la chica que diseña.
    • Tengo Preguntas
    • Soltera Reciclada
  • Agenda 📅
  • Soltera Reciclada

La importancia de las preposiciones en el amor

  • Nancy Oviedo
  • diciembre 3, 2021
  • 4 minute read
Total
0
Shares
0
0
0

El divorcio es para valientes fue el artículo que leí unos días después de celebrar el mío, y para ser honesta no me sentía nada valiente.

Dos días antes de firmar mi libertad legal, de volver a adquirir mi soltería legal, resbalé al salir de la regadera. Lo que resultó en una herida que requirió de seis puntadas, esguince cervical y un rasguño en la mano derecha.

Corría febrero, el mes del amor, de un coqueto 2018. Estaba sola en casa con un ataque de ansiedad tremendo porque mi entonces marido no llegaba a casa. Ya había pasado la hora que habíamos pactado para su llegada, y yo sabía que estaba divirtiéndose en algún bar con sus amigos bebiendo. Que manejaría a casa en ese estado, lo que ocasionaría un accidente, tal vez muriera y me quedaría sola. La imagen en mi mente me hizo desvanecerme en suelo hundida en mis lágrimas. Era curioso como en ese estado de angustia pude casi como salir de mí para verme ahí tirada en medio de sala abrazándome a modo de consuelo.

Me dolía hipotéticamente que me dejará sola, quedarme sola, ser abandonada, ser de algún modo traicionada, pero ya estaba sola, abandonada y traicionada. ¿Qué más me quedaba? Me preguntaba mientras iba al baño por un pañuelo para limpiarme y como de película me miré en el espejo y me dije «Yo, me tengo yo».

Ese día por fin reuní el valor para decirle «Quiero el divorcio» no recuerdo haberme sentido fuerte, ni valiente ese día ni los que le siguieron. Sino todo lo contrario, me sentía estúpida. Me asaltaba la idea de haber hecho lo correcto sobre todo de sí el amor se había terminado. Como buena amorosa me preocupaba el amor, mi amor, y había intentado salvarlo cuando era yo la que no quiso estar desde el inicio. sí es yo no me casé porque quise. Yo me casé porque para él era importante realizar ese acto/ritual por amor. Lo hice sin darme cuenta de la importancia de la preposiciones. Es decir, una cosa es casarse POR amor y otra CON amor.

Hace poco charlaba con un buen amigo que está por casarse y me explicaba la diferencia. Casarte CON amor conduce a un compromiso consciente mientras que casarte POR amor seguro termine en divorcio. Como me pasó a mí, porque lo hice por necesidad, por quedar bien, porque me quisiera, por ceder, por ser aceptada, por no ser abandonada, por no estar sola y por eso mismo hice todo lo que pude para prolongar ese enlace que terminó por romperse y ni siquiera dramáticamente sino de a poco y en silencio.

Al inicio no di mucha importancia a seguir el trámite legal de la separación ocupándome de vivir mi vida como toda una Marc Anthony empoderada. Sin embargo me la pasaba pensando que el día que celebrara tal acto me sentiría libre, soberana, dueña de mí y dejaría de sentirme sola. Me imaginaba llegando al juzgado vestida de poder enfundada en un vestido elegante, maquillaje perfecto, taconatzo, pelatzo sencillamente arrolladora.

Luego de dos años y ocho meses llegó el día de la firma del divorcio y muy por el contrario de mi fantasía de llegar arrolladora llegué arrollada literalmente con cuello ortopédico. La cabeza punzando por la herida enfundada en un vestido negro eso sí, pero hinchada como ampolla por accidente de la regadera.

Todo sucedió en santa paz y me di cuenta de que tanto para casarte como para divorciarte solo tienes que decir «Sí».

Algo pasa cuando hacemos las cosas por amor. Y es que lo hacemos llenos de expectativas, no necesariamente personales, pero las hacemos igual. Estamos educados para pensar que por amor todo es válido, todo funcionará, todo permanecerá. Es como si todo aquello que encierra al amor, que además ahogamos al adjetivar como eterno, habitara el futuro, ese espectro de tiempo de que no hay certeza de alcanzar, pero lo esperamos, lo deseamos e incluso ensoberbecidos.

Pensamos que todo depende de nosotros para hacerlo perdurar en otro espectro llamado «siempre» y eso no pasó, no pasa y no pasará. No mientras nos sigamos aferrando a la nauseabunda idea de que el amor consiste en una primer mirada (o acostón #cadaquien) y que con el tiempo, otra vez futureando, se darán las cosas. Las cosas se dan cuando uno mismo es consciente o está dispuesto a serlo. Luego se suma el otro y ya son dos que establecen acuerdos, los respetan, están dispuestos a vulnerarse y sobre todo a respetarse sabiendo que las cosas que se dan también pueden dejar de darse.

No sé si fue ese golpe que me abrió la cabeza en más de un sentido, o las puntadas de alguna manera remendaron mi valor o aquella niña interior que lloraba esperando a su padre sentada en un banca, que igualmente eligió de adulta a un hombre similar a él. Si fue esa misma niña que miré tirada en el suelo llorando aquel día que pedí el divorcio lo que me dio valor para hacerlo, pero a un año de haber obtenido mi libertad legal, mi soltería legal con el alma, el corazón y la cabeza remendados entiendo la importancia de las preposiciones en los actos de amor y puedo confirmar que efectivamente el divorcio es PARA valientes.


¡Bonito fiiiiiiiiin!
Sígueme en Instagram como @nanoviedomx, #SolteraReciclada #KaVoltaVida 🖤

PayPalMeAnaVolta

Total
0
Shares
Share 0
Tweet 0
Pin it 0
Nancy Oviedo

Nancy Oviedo, cronista de la Selva Corporativa y eterna becaria en rehabilitación. Escritora por vocación, godín por resistencia y sobreviviente profesional de juntas eternas, macros imposibles y cafés que saben a rencor. Amante de los gatos, de los cursos innecesarios con certificado y del arte de parecer ocupada mientras busca memes para no llorar. Si fuera un superhéroe, sería Ctrl+Z Woman, porque todo en la vida merece deshacerse al menos una vez.   Es también escritora de la columna Soltera Reciclada (2020 - 2022).

Related Topics
  • divorcio
  • el amor
  • preposiciones
  • regresar a ser soltera
  • ser soltera
  • soltera feliz
  • soltera sin compromiso
También deberías leer esto
Ver & Leer
  • Soltera Reciclada

Me enamoré… ahora, ¿qué hago?

  • Nancy Oviedo
  • enero 21, 2022
Ver & Leer
  • Soltera Reciclada

No es amor, no es suerte, es un algoritmo

  • Nancy Oviedo
  • diciembre 17, 2021
fidelidad
Ver & Leer
  • Soltera Reciclada

De la fidelidad a la infelicidad

  • Nancy Oviedo
  • diciembre 10, 2021
príncipe casi perfecto
Ver & Leer
  • Soltera Reciclada

Foligoso, el príncipe casi perfecto

  • Nancy Oviedo
  • noviembre 26, 2021

Inscríbete a nuestro envío de correos

Recibe noticas, promociones & contenido exclusivo

Kä Volta Kä Volta
  • Stalkers Profesionales
  • Prácticas
  • Publicidad
  • Contacto
  • RSS
  • Regalos & Cortesías
Síguenos en RRSS
Buscar

Input your search keywords and press Enter.