Después de mucho pensarlo y después de muchos amores, amantes, bandidos y amantes bandidos, es importante recapitular el tema de la fidelidad, a ver, ¿qué es la fidelidad?
Según los puristas es no ponerle el cuerno a la pareja en turno, así es, en turno. Antiguamente la fidelidad era estar con una pareja para toda la vida, ahora es serle fiel a la que está en ese momento; o sea vamos por turnos.
La fidelidad es un tema de acuerdos, me parece, no de exclusividad sexual y/o emocional. ¿Se puede estar con una persona deseando a otra? ¡TOOOOODO EL TIEMPO, REPITO, TODO EL MALDITO TIEMPO! No digo que todas las personas, lo que digo es que siendo humanos siempre vamos a desear aquello que no poseamos y hablando de la posesión es importante también tomar conciencia de que nadie le pertenece a nadie ni en cuerpo, ni en alma y del espíritu ni hablamos.
La honestidad es, desde mi punto de vista, la mejor manera de ser «fiel» es decir, ser claros con nosotros mismos en lo que deseamos de una relación, plantearlo y apegarse al plan acordado con el individuo en cuestión. Sin embargo pasa que por encajar mentimos o aceptamos términos socialmente impuestos por no estar solos con nuestra soledad.
La primera vez que me asumí como infiel fue cuando en una relación con un muchacho bien sabrotso me la pasaba pensando en otro todavía más sabrotso. Pensamientos que jamás llegaron a consumarse en el plano físico. Sin embargo admití mi infidelidad. Le estaba siendo infiel a mi sabrotso, mi novio pues, el que yo pensaba debía ocupar mi universo. Como lo dicta la lógica esa relación terminó, pero no sólo porque yo pensará en algún sabrotso en cuestión; sino porque para empezar yo quería a toda costa ser fiel tipo la Biblia y #pusno.
Luego ya casada potencié mi retorcida idea de fidelidad, al grado de anularme al mundo para que mi matrimonio fuera exitoso, y con eso éxito quiero decir que durara hasta la muerte. Y a lo que único hice funeral fue a esa idea de fidelidad que asumí desde mi bíblica infancia que entendí como desaparecer. Para mí la fidelidad consistía en desaparecer, esconderme a los sabrotsos ojos del mundo para no caer en la tentación. La neta es que siempre estuve en tentación y como pasó con el sabrotso primero la relación terminó.
Luego conocí parejas poliamorosas, parejas en relación abierta que se eran totalmente fieles. O sea con acuerdos claros entre sí y muy campantes por la vida, fue entonces que entendí que la fidelidad consiste en los convenios a los que llega una pareja, pactos de beneficio mutuo, sí, pero sobre todo en las resoluciones a las que llegues contigo mismo con relación a lo que deseas/quieres aportar a la relación en turno.
En un mundo maravilloso tipo Huxley entender que nuestro universo es propio y que en ese espectro de tiempo y espacio somos los únicos dueños de hacer lo que se nos pega la gana. Eso sí, con toda la responsabilidad afectiva de poner las cosas en claro con el sabrotso en turno y viceversa. Sería una gloria, porque de nada sirve serle o querer serle fiel a otro si no tenemos el valor de serlo hacía nosotros mismos viviendo la infelicidad de la fidelidad.
¡Bonito fiiiiiiiiin!
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