De alguna manera todos en algún punto de nuestras vidas, esperamos que nuestra familia sea perfecta, cuando te das cuenta de ello, insistentemente buscas “arreglarla”, pero la cosa es que “la perfección” no existe, como nos lo han repetido una y otra vez – y mucho menos en la familia.
La familia, es ese grupo de personas que no eliges, y que tienes que amar por que – como quiera que sean – forman parte de tu vida, tu sangre, tu existencia.
A lo mejor, la familia que te tocó, no es como esperas, quizá te avergüenzan sus costumbres, o entre ellos se llevan tan mal que pareciera que no pueden ni verse en pintura, pero al final, sea como sea, en los eventos y en todo se mantienen unidos, por que son esas personas que se aman incondicionalemte y que correrían en ayuda de cualquiera de entre ellos, aunque se apliquen de vez en cuando la ley de hielo.
Estos días en familia me han hecho darme cuenta que no habrá manera de deshacerse de esa tía loca que siempre hostiga o de los primitos enfadosos, o de la hermana que siempre hace caras hasta en los mejores eventos, etc, etc… pero si puedes tomar una actitud mucho más positiva ante ellos.
Disfrutar cada momento por que cuando menos te des cuenta ya habrán pasado muchos años, todos habremos cambiado, algunos ya no estarán y finalmente solo tendremos las fotos que nos rehusamos a tomarnos, y recuerdos felices de todas las cosas que hicimos juntos, por que todas las caras, los gestos, y los amargores- generalmente – no se quedan dentro de los recuerdos (definitivamente no salen en las fotos).
Las familias nunca van a ser perfectas, tu mamá siempre va querer que te pongas suéter, chamara, bufanda y te bajes es a falda, aunque estén a 35 grados adentro de la casa, y la falda apenas te llegue arriba de la rodilla (ay ajá).
Tu hermana siempre va agarrar tu ropa por más berrinches que hagas, una de tus tus tías siempre te va preguntar que para cuando la boda, el hijo, el nieto, la casa, el perro o cualquier cosa, y ni se diga sobre la tía que siempre hace los comparativos entre tu, y sus hijos. Los primos menores siempre van a ser LATOSISIMOS, pero al final todos vamos a tener esa foto super amorosa donde todos se abrazan, sonreímos y fingimos por un momento que todo está en paz mientras dices “Sonríe”.