Recuerdo que cuando era pequeña y solían preguntar “¿a quién admiras?”, yo siempre respondía que “a mi madre”.
Creo que desde muy joven comprendí el esfuerzo y la dedicación que ella tenía para conmigo y mi hermana. Aunque no lo decía a nosotras – seguramente se lo escuche decir en conversación de adultos – ella estaba criando a dos hijas sola. A mi madre:… muchas gracias por hacerte cargo.
Mi madre fue una madre amorosa, regañona, divertida, y platicadora. La que te incitaba a que hicieras cosas pero también quien te decía que eso no era buena idea. Te platicaba la realidad para que no te timaran, por más crudo que esto pudiera parecer.
Nunca me puso un castigo de “encerrada en tu cuarto por 816272 días”, pero la que llevaba un régimen casi militar en casa.
La que me enseñó a cocinar para que cuando fuera grande no batallara con la comida, cuando me fuera a estudiar a otra ciudad (aun cuando a ella no le gusta cocinar).
Mi mamá era la que decía “la ropa es de quien se la ponga”, no importando género, talla, marca o precio; la que dejo en claro que tu ropa interior siempre debe estar en buen estado.
Ella es la que cuando las cosas están medio tristes o van mal pone música a todo volumen para que todos movamos el cuchumbo (el trasero) y saquemos la mala vibra; la del postre y las siestas.
Es esa señora a la que no le gustan los gatos, pero tiene, ama y mima a cuatro por que se comen los alacranes.
Mi mamá es la que siempre te dice que eres bonita, pero si algo se te ve mal te va decir con sinceridad y también te va decir como hacerle para que se te vea bien. Aunque a veces tiene unas formas de decir… que bueno, al final es de otra época.
Ella es la persona en la que puedo confiar para salir de cualquier situación. La que prefería no dejarte ir a las casas de tus amigos para que no te pasara nada; y al mismo tiempo preguntaba todo lo que pasó en cualquier situación.
La misma que decía: si te hacen algo “yo lo pico en pedacitos”.
Admiro aun a mi madre, pero quizá de una manera completamente diferente lo que hacía cuando era pequeña. Ahora que yo también soy adulto y madre entiendo aquellos trucos que parecían divertidos que los papás tienen que hacer para hacernos beber a medicina o no comprarnos algo. Como las famosas burgers de pan cuadrado, usted entienda el resto.
También comprendo como al final de cuentas vas creciendo con los retos que los hijos te ponen, desde mantener el control hasta darle una repasada a las matemáticas. Mi mamá se volvió mi madre creciendo junto a nosotros. Que aunque a veces éramos las últimas dos niñas esperando afuera de la escuela pasadas las dos de la tarde… llegaba por nosotros no importaba qué.
A mi madre ahora solo me queda decirle gracias por el amor, el cuidado y las enseñanzas. La disfruto en su nueva etapa como abuela, chiqueando a las crías como probablemente a ella le habría gustado ser madre, con más conocimiento, paz emocional y tiempo para estar. | #LunesEnTacones de Ana Volta, #KaVolta 🖤.