La semana pasada nos visitó un polémico personaje. Un músico. Uno del que se han dicho muchas cosas. Como era de esperarse, todos hablaban de él y su historia la que tantas veces se ha repetido, pasó de boca en boca. El singular personaje conocido como El Muertho de Tijuana vino a Gualajara y dió un concierto la semana pasada, además ofreció algunas entrevistas con los medios en las que confirmó lo que ya veníamos escuchando
En Kä Volta, tuvimos la oportunidad de charlar con él, en una entrevista en la que nunca tuve la seguridad de si estábamos hablando en serio, si todo lo que cuenta es verdad, o es tan solo parte de la leyenda que tomó popularidad por las bromas y chistes que existen alrededor de esta caracterización oscura que jura provenir del más allá.
Cuando llegamos al hostal, lo primero que saltó a la vista, por supuesto, fue el Muertho. Su ropa: un bikini apretado, cinturón como sus muñequeras, de estoperoles, ombliguera, gabardina, botas de plataforma y mil correas, y un velo de encajes negros que impide ver su cara. Ese era el muerto, supimos, o– como especificó– lo que queda de él. ¿Cómo? ¿lo que queda?, pregunté, “80 años ya pesan”, fue su respuesta.
Cuando el Muertho de Tijuana surgió, pocos sabrían que en algunos años, sería famoso en internet y en los barrios rosas del Distrito Federal, donde, según cuentan algunos medios de hace un par de años, fue popular en algunas fiestas y sitios hipster, más por burlarse de él que por el hecho de que su música fuera o no buena. Sus letras son mayormente blasfemas, no hay una gran producción detrás de ellas, apenas unos acordes en un viejo teclado, pero es justo esta sencillez, la excentricidad de sus vestuarios y sus declaraciones lo que le ha llevado prácticamente a romper el internet.
“El Muertho resucitó a Baltazar, Baltazar era el patito feo, el discriminado, el cero a la izquierda. Cuando le menté la madre a Dios, me quité el bigote, la ceja todo y le grité: me hiciste bien feo, ahora yo me voy a pintar la cara, como yo quiera ser y no tengo dinero, sino me hacía la puta cirugía, culero. Me pinté, salí a la calle y se rió Dios de mí. Dijo que eso era lo que él quería, que saliera el pinche Muertho. Ni la burla perdona, hijo de la chingada”, comenta, y sé que ha comentado en otras entrevistas que le han hecho.
¿Y qué ha pasado después en todos estos años?
Bueno, el Muertho se ha presentado en escenarios cada vez menos rudimentarios e improvisados. El mismo Foro Independencia, por ejemplo. Ha dejado atrás el tianguis en el que empezó. “La cero autoestima que yo tenía, ya va subiendo un poco más. Ojalá que todos los jóvenes que saben lo que es la cero autoestima encontraran esa llave que encontré yo para que se revierta eso y… ahora ya hasta entrevistas me hacen”, dice él mismo y añade “estoy muy agradecido con la escuela de Dios que me enseñó muchas lágrimas y ahora sonrisas con estas satisfacciones y el cariño de la gente, la aceptación”.
Quién sabe si esto sea cierto. Al final ¿a quién le importa realmente que la concurrida asistencia en el Foro Independencia se haya acercado por echar guasa o para escuchar al Muertho?
“Mi primer disco, un disco casero, cuando lo vendí, pensé que ojalá no me volviera a encontrar con ese wey, porque me iba a decir que qué marranero le había vendido, yo tenía esa sensación, estaba hundido en la cero autoestima. Después que lo vi, me quise esconder. En cambio llegó y me dijo ‘está muy bien tu disco, está bonito, ¿cuándo sacas otro?’. Era mi última opción, ya no podía yo trabajar en los carros chocados, mi enfermedad ya estaba creciendo. Si fracasaba el muerto, si fracasaba La satánica, si fracasaba El lobo, ya no sé donde anduviera ahorita. Por cierto que amo el suicidio, tal vez lo hubiera practicado ya”.
Por cierto que su música ahora puede escucharse en Spotify y comprarse en iTunes, producto de la mercadotecnia que sus promotores y agentes han sabido aprovechar bien, a expensas de esos mismos que hoy escuchamos al Muertho por curiosidad, por irreverencia, por broma o porque nos gusta la honestidad.
El Muertho no se considera un músico azotado aún pese a las letras de sus canciones que alaban a satán y promueven el suicidio, “es una mezcla del torturado con el soñador. El ilusionado. Se han fundido los dos a pesar de tanto bullying, el espíritu del soñador nunca se hundió, estuvo ahí esperando pacientemente, nada más ocupaba una muleta que es mi maquillaje y mis atuendos. Se cumplió el tiempo de dios y se ha ido gestando y afinando esta propuesta.”
Así en la entrevista, Baltazar, o el Muertho, aprovecha cada oportunidad para hablar de su terrible infancia, un tema que le gusta abordar y en el que nadie podría asegurar que se habla en serio o se inventan cosas. A nosotros nos dice que, igual que su personalidad soñadora, su espiritualidad, la que adquirió cuando estaba dentro de la iglesia, según cuentan:
“Desde niño esa espiritualidad existe, desde entonces yo escuchaba la palabra Jesucristo o Dios Padre y sentía muy bonito dentro de mi ser. o creo mucho en el destino. Quise ser futbolista, entrené como el que más y no llegué. Amigos que jugaban con la cerveza en la mano y muy frescos fueron los que llegaron. De Guadalajara me tocó compartir equipo con un tipo que se llamaba Sigifredo Mercado, él sí llegó al mundial de Korea, Japón (2002), y yo me quedé en el camino…” De pronto, en medio de esta frase, grita: ¡cállate Muertho!, y explica: “es el gato punto com, que anda por ahí. Ahí les encargo, por cierto mi cómic los lunes y jueves para que agarren cura”.
¿Quién escucha la música del Muertho Tj? ¿Serán solo los hipsters? ¿Serán los satánicos? Al Muertho, lo único que parece importarle es llevar un mensaje:
“Yo le canto a los jóvenes, para que hagan nuevos mandamientos, para que evolucionen los mandamientos, ya los pinches judíos me cayeron gordos con sus putos mandamientos, ahora hagamos mandamientos de México para los judíos, ya fue mucha imposición por siglos y no es que estén malos esos mandamientos, pero Jesucristo dijo una vez ‘un nuevo mandamiento les dejo’ y ahí se me prendió el foco a mí, y dije órale, se vale. Cuando algo ya está obsoleto, de acuerdo a los tiempos en que evolucionamos entonces hay que actualizarnos, no nada más los mandamientos, estoy actualizando esa frase de Sexo, Drogas y Rock n’ roll, debe de ser mucho sexo, mucho rock y consumo inteligente para que no haya tanta fuga de cerebros como lo hicieron mis ídolos, Elvis Presley, Michael Jackson, por más que quieran cubrir verdades, Bob Marley, que se tiran a matar en sobredosis, mejor un consumo inteligente, cálmala, todo con medida, hasta sabe mejor, trabaja tu semana y ya el sábado ponte como quieras, hasta te lo mereces y hasta te va a saber más, ¿quieres todos los días? A qué te va a saber, pero es mi opinión, los nuevos mandamientos que hice son mi opinión, hay una cláusula que dice: si no te gustan estos putos mandamientos, mándalos al averno, haz tú los nuevos pero ya no sigas hincado a imposiciones milenarias”.
Sí, hoy en día las cicatrices del patito feo que era, el Muertho las ha sanado y las convirtió en un autoestima que le permite usar la ropa que quiera, cantar las canciones que quiera y generar espectadores– o detractores, pues seguramente hay quienes se toman esto muy en serio–.
“Pues, ahora ya de pronto aprendí lo que es subirse a un avión y pues, en mi perra vida, muchos dirán ah, pinche perro, a mí me caen gordos ya los aviones, pero habemos gente que nunca. Mi primera vez fue por cierto aquí a Guadalajara, le dije al capitán oye, pues a ver si te avientas una montaña rusa ahorita, de cotorreo. No le hubiera dicho, porque sí me agarró la palabra, o eso pienso, a lo mejor fue una turbulencia porque el avión se sacudió”.
–Sí, va en avión con su caracterización sin ningún problema. O al menos aquella vez no tuvo problemas. Después tuvo que pasar algunos filtros. “Poco a poco te vas civilizando”, dice– No sé si toda esta entrevista, parecida a la esquizofrenia sea verdad. No sé cuál es la enfermedad que dice que lo aqueja.
No sé si en realidad tendrá ochenta años. No sé si estuvo en la iglesia. Si dios le habla. Si sus canciones nacen de puro odio. Si hay, detrás de todo este maquillaje y máscara una vida más común, con hijos, una esposa, una mascota. Si hay un abandono de lo convencional o si todo es producto de una mercadotecnia chusca, bien o mal pensada según como se mire. Lo que sé es que el Muertho seguirá dando conciertos como los del Foro Independencia, a 100 pesos el boleto, porque, en serio o no, es un artista que da de qué hablar y que siempre tiene en la boca una declaración, una controversia, algo que nos hace escribir notas de tantos caracteres.