El pasado 4 de Octubre se cumplió un aniversario más del lanzamiento del satélite Sputnik por la Unión Soviética desde la tierra, 59 años desde que sucedió aquel impresionante acontecimiento, que puso a la mayoría de los seres humanos a sintonizar sus radios y algunos televisores. Días después sucedió algo parecido para los tapatíos, desde Barcelona, el astronauta Carlos Sadness llegó a nuestra ciudad.
Por Fernanda Huizar
El pasado 7 de Octubre afuera de las instalaciones del C3 Stage se dividan dos filas en la acera: una para entrar a conocer al barcelonés y la otra para entrar al recinto en punto de la hora pactada en el boleto. La fila daba vuelta la esquina, así como la paciencia. En punto de las 8:00 pm, finalmente la fila comenzó a avanzar y entramos poco a poco al lugar. Entre canciones de Siddhartha, División Minúscula y Porter, la sala comenzaba a llenarse. Cuando llegó nuestro turno de entrar, en el escenario ya estaba con su ukelele Itzia, una residente de Guadalajara cuyo proyecto consiste en baladas en inglés acompañadas del característico sonido del instrumento de cuatro cuerdas.
Después de interpretar 3 canciones, el escenario volvió a quedarse vacío. Sonaron temas de la escena indie mexicana y avanzó el tiempo. Entre gritos de “Hoy es el día” y coreos de “Carlos, carlos” y el calor, que al parecer es cosa de todos los días en ese lugar, dieron las 9:30 horas. Con una grabadora de vídeo vieja brincaron al escenario Carlos y sus tres músicos. Después de grabar unos segundos, volvió al camerino y salió disparado a saludar al público y comenzar el show. El primer tema en sonar fue el que abre ésta crónica, Sputnik para después seguir con la que elevó el ánimo de los presentes, Perseide. Al terminar el coro de “sígueme perseide, sígueme” Sadness saludó al público y platicó sobre las ganas de venir a la segunda ciudad más importante de México, pero la primera en tener las mujeres más guapas. Sonaron los primero acordes de Celeste para posteriormente darle pie a El Gran Momento y La Feria de Botánica.
Carlos Sadness tuvo en el Lunario del Auditorio Nacional tres soldouts “Yo pensé que había un error, en twitter me escribieron y dijeron que no podían ingresar a la página. Quizá se había caído, eso de que las empresas no abran las ventas a la hora que pactan es un pavo, pero no fue así, en realidad se habían terminado los boletos” cuenta sorprendido a los jóvenes que lo ven, también relató haber comprado un nuevo ukelele y que participaran para bautizarlo con un nombre muy mexicano.
Una persona que asiste a los eventos y solo se toma la foto para poder hacer check in ahí, se toma la foto con el filtro del perro en snapchat y sigue la moda es la definición mas fiel que podemos encontrar para Miss Honolulu, aunque no lo parezca. Una canción alegre para una persona odiosa. Au Revoir y una de las más esperadas de la noche, Bikini, llenaron de puntos rosas el lugar. Carlos ha procurado en este disco, La idea salvaje, generar una atmósfera inspirada en el espacio. No meramente en los dibujos (los cuales también están hechos por él) sino en las letras.
Uno de los escritores y letristas que más admira en su trayectoria como músico y cantante, es Santi Balmes, vocalista de la agrupación catalana Love of Lesbian. No vuelvas a Japón fue justo la canción en la que el líder de esta banda participó por petición de Sadness, donde, además de hacer una imitación sobre su grave voz, confesó sentirse afortunado de compartir escenario con ellos. El día de volviste a la tierra y Siempre Esperándote llevaron despacio al encore y a la obscuridad. Más gritos y espera, para de nuevo tener en solitario al joven de cabello largo junto a su ukelele, Houdini y un muy particular cover de Hotline bling(ring), titulado a la española como Llámame al fijo con un pequeño puente/homenaje al ya extinto Shinoflow, inundaron el C3 Stage con aplausos y chiflidos. Uno nunca piensa en la electricidad que provoca ver a un artista tan contento de compartir sus creaciones con el público: se siente un cosquilleo raro, punzante pero no incómodo. Como la efusividad después de ganar un premio o la melancolía al recordar los momentos agradables de una relación. La última cerveza con los amigos en el bar, o la emoción de un beso. Eso resume la complicidad que Carlos Sadness regala en cada uno de sus shows.
Otra vez ausencia en la tarima, pero no por mucho tiempo. Los coros que se escucharon al comenzar la noche se vuelven realidad y llega Hoy es el día, acompañada de Groenlandia, con la que amenazo volver a nuestro país, en quizá, ocho meses o menos.