Es como subir a un tren en viaje interminable, esa experiencia Moebius, una aventura entre las historias de canciones y la interpretación este personaje que por más de tres décadas acompaña a Sabina y musicaliza su poesía
Por: David Lozano, Fotografías de Diego Rodríguez para Kä Volta
En la intimidad de Rooftop del C3, sale caminando entre la gente, vestido de forma sencilla, saludando, como si estuviera en casa y alguien le alcanzara una guitarra para echar la bohemia. Pancho Varona, sube al pequeño escenario y saludando a un tipo con look de Andrés Calamaro bromea diciendo: somos amigos de hace tiempo, que gusto verte acá.
A mi Joaquín me enseñó a hacer un concierto, soy músico por su culpa. Pero no todo es Sabina -agregó- he trabajo con algunos otros artistas y podría separar mi carrera en la etapa con Joaquín y en la vida sin Sabina no es lo mismo. Entre risas y anécdotas pasó la noche, jugando con los presentes, a los cuales invitó a que lo llamarán Panchito Panchito, ya que dice que es un efecto que su nombre causa en la mayoría de las personas que lo rodea pues nunca nadie lo ha llamado Pancho y ya, siempre es Panchito Panchito.
Para el “encore” dijo que era un tipo fácil como buen madrileño, y bastaba con que una persona pidiera otra para regresar y tomar la guitarra. La dinámica se repitió cuatro veces cerrando con la canción “pastillas para no soñar” en la cual todos los presentes estaban de pie cantando y aplaudiendo, incluido Gastón (LNG/SHT) quien recién había terminado el soundcheck de su presentación subió al rooftop para disfrutar a Varona.