Tras el sismo del 19 de septiembre que dejó varias víctimas y grandes pérdidas para ciudadanos, familias y patrimoniales, poco artistas se animaron a dar sus espectáculos como los tenían previstos, sin embargo, Emmanuel y Mijares decidieron darle un giro a la situación y mantener en pie el concierto dos días después del suceso
Por Joanna Rubio, fotografías de Noé Blanco para Kä Volta
Como una muestra de hermandad con las familias afectadas, los dos cantantes anunciaron que el dinero recaudado con las entradas sería donado a los estados, además de que a la entrada del Auditorio Telmex, recinto donde fue el concierto, se colocó una mesa receptora de donativos.
El concierto comenzó de forma solemne, salieron los dos artistas al escenario tomados de la mano como amigos que comparten una pena, como quien busca hacer una declaración de unión, los aplausos fueron silenciados por la espera de Emmanuel, quien con micrófono en mano, anunció el destino que tendría el dinero de las entradas y finalizó con un contundente #FuerzaMéxico.
Una vez comenzado el concierto, los asistentes en su mayoría mujeres mayores de 40 años, familias y matrimonios aún enamorados, cantaron, bailaron y contagiaron de buena energía al resto de los asistentes, fue un espectáculo para estar de pie.
La personalidad de ambos intérpretes es diametralmente opuesta, Mijares es sobrio, nada bailador y lo más que podía hacer era un extraño movimiento de brazos que por un momento me hizo pensar que estaba tratando de espantar a un niño, sin embargo su voz es impecable, a sus 59 años sigue con la misma potencia con la que en aquel 1998 conquistó la radio y la TV con “El Privilegio de Amar”.
Emmanuel es todo lo contrario, tiene una voz débil pero una personalidad arrolladora, usa trajes de lentejuelas, zapatos de charol, baila, salta, interactúa con el público, a resumidas cuentas es un showman de la vieja escuela.
Los dos amigos se complementan de una manera ultra divertida, la presentación nunca se vuelve pesada, cada canción se convierte es un juego donde los cantantes nutren a su audiencia con luces, bailarinas, solos de saxofón, versiones acústicas, visuales la verdad bien feos pero aun así te dan ternura, es como si tu papá se pusiera a jugar con Movie Maker y el vídeo final lo proyectara en una reunión familiar mientras en el estéreo suena una balada.
Es un espectáculo tan completo, que lo único que le falta es que le pongan un arnés a Emmanuel y este vuele por encima de los asistentes.
Si estos dos amigos se presentan en su ciudad, no duden en verlos, pasarán una tarde de cultura pop muy a la mexicana, con todo y popurrís.