Lo recuerdo bien, fue una noche obscura en la que la comunidad vampirezca de la ciudad que fue convocada al Teatro Estudio Cavaret para ver por primera vez al líder supremo de la música nipona, Hyde (Hideto Takarai) conocido principalmente por ser el fundador y frontman de la banda más grande de aquella lejana isla en el Océano Pacifico: L’Arc-en-Ciel
Por: Joanna Rubio, con fotografías de Noé Blanco
Los encargados de abrir el concierto fueron toda una revelación gótica, la banda local Guncept Revolution calentó la sangre de los asistentes con sus sonidos altamente influenciados por bandas como She Past Away, Hocico y Boy Harsher. Tras escuchar los ritmos de este trío tapatío y bailar como si estuviéramos en una fiesta de Vlad Tepes, llegó el momento de escuchar a la leyenda japonesa del J-rock.
Vamps es relativamente nueva, nace en 2008, conformada por los músicos Hyde y K.A.Z. han sacado 6 álbumes incluyendo un MTV Unplugged. En Asia es completamente común que en todos sus conciertos las entradas se agotan en pocas horas, pero para el exquisito gusto mexicano, esta banda se reserva a oídos muy exigentes por lo que la afluencia en el Cavaret fue poca, pero suficiente para crear un ambiente de fiesta.
Hyde entró al escenario y la multitud se volvió loca, yo pensé que era un mito urbano que a sus 48 años se viera como un jovenzuelo de 15, pero el mito resultó ser tan cierto como que por primera vez estaban tocando en México.
Vamps utiliza una escenografía sencilla, sin visuales ni una gran producción de luces, pero no lo necesitan, la inconfundible voz, el profesionalismo de los músicos demuestran la trayectoria de 10 años de haber conquistado el corazón del continente más poblado del mundo.
El concierto fue toda una experiencia enriquecedora, sin embargo, creo que falto un poco de contexto o del público mexicano de cómo se hacen los conciertos en Japón, o de la banda de como es el público que le pone chile serrano al sushi, lo digo porque hubo un punto donde uno de los organizadores del concierto, le pedía a los espectadores que bajaran el celular, luego que lo subieran, luego que dejaran de gritar tanto, algo extraño pasaba, creo que se sorprendieron del desorden y esperaban esas coreografías sincronizadas que por alguna extraña razón que yo no entiendo, les salen muy bien a los asiáticos.
Una vez finalizado el ritual, los vampiros salimos satisfechos, pero ya invadidos de la nostalgia de quien presenció algo que probablemente no vuelva a suceder.
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