En un momento de opresión, los mayores enemigos de un romance alejado de todo mal son los sentimientos
Llámame por tu nombre es título y cita. Por un lado encabeza los carteles de una película que ha sido esperada desde su anuncio y por el otro, define el tono de una historia de amor entre dos personas que se encuentran en territorios extraños.
Elio es un muchacho italiano que conoce a Oliver, un estudiante estadounidense de doctorado que es recibido en una estancia veraniega en casa de sus padres. Oliver descubre lo foráneo de Europa desde un lugar seguro; Elio hace lo propio con las relaciones y el amor que llega por primera vez al limbo entre la adolescencia y la adultez; en parte en su entorno, en parte con la figura del forastero con el que debe compartir cuarto.
La película está ambientada en 1983, la música y la fiesta enmarcan una época en la que decir “soy homosexual” no era algo tan sencillo; sin embargo, la historia no se queda atrapada en ese conflicto.
Esa situación y la diferencia de ocho años de edad entre los protagonistas le agrega un toque de misterio, mismo que hace que el coqueteo entre ambos personajes brinque de la sutileza en público al total atrevimiento en lo privado.
Pero esos son elementos de una historia de romance, de un típico amor de verano en un espacio hermoso y seguro, donde los mayores enemigos son los sentimientos y lo efímero de la temporal visita.
Entre controversia y expectativa, esta película no parece ser una de las favoritas para el Premio de la Academia a mejor película; sin embargo, es una experiencia emotiva y disfrutable con la que más de una persona se sentirá identificada sin importar género ni orientación sexual.
Vale la pena disfrutar de su fotografía, su excelente score y sus actuaciones que son bastante conmovedoras. Lo controversial y trascendente depende del ojo de quien lo vea.
#LlamamePorTuNombre estrena el viernes 2 de febrero, si quieres un poco de romance y sonidos de los ochentas, corre a verla.