Era 2010. Para los gays y lesbianas de México el matrimonio sonaba como una utopía, es más, ni siquiera se consideraba dentro de los objetivos de las parejas homosexuales.
En aquellos tiempos la Ley de Convivencia, en el Distrito Federal, ya era una realidad y se identificaba como un gran avance en el tema de los derechos igualitarios. Sin embargo en Marzo de ese mismo año hubo un avance mayor: 29 parejas de homosexuales, entre ellas tres de Jalisco, pudieron contraer matrimonio igualitario en el Distrito Federal. Lo inimaginable estaba sucediendo en la capital del país.
Por: Rob Hernández, @Robsmx
Las tres parejas de Jalisco vivían en Guadalajara, la ciudad conservadora por excelencia, donde la doble moral no sólo es un discurso, ya que alberga algunos de los grupos más conservadores y al mismo tiempo es la ciudad conocida como la capital gay de México.
Mis inicios con los activistas
Conocí a Luis y Genaro en el 2009. Fuimos parte del equipo de trabajo para la campaña del primer candidato a Presidente Municipal de Guadalajara abiertamente Homosexual, Miguel Galán. No éramos políticos. Simplemente nos interesábamos en los temas de derechos humanos y coincidimos en un espacio donde se podía hacer incidencia para iniciar un cambio social y cultural: la política. En aquel entonces yo desconocía completamente sobre el activismo LGBT+ en la ciudad de Guadalajara. Sin embargo, un día me interesé por participar y comencé a involucrarme.
La Ciudad de México fue la primera ciudad en Latinoamérica en aprobar el matrimonio igualitario en Diciembre de 2009. No fue hasta el 10 de marzo de 2010, que México tuvo su primer matrimonio homosexual formado por dos mujeres lesbianas. Se había dado un gran paso en el reconocimiento de derechos igualitarios para las personas homosexuales. Sin embargo solo era posible en la capital.
Para principios del año 2010 la campaña donde nos conocimos había terminado. Perdimos. El Partido Socialdemócrata que albergó la candidatura, desapareció. Pero no así mi amistad con personas que conocí en esta primer aventura en el ámbito político, entre ellos Luis y Genaro.
Muchas de mis tardes de ese año pasaron en las mesas de un café que era propiedad de ellos: Mezzo Café. Un café que por su ubicación y haciendo honor a su nombre, se encontraba en un punto medio de la ciudad. Lo hacía de fácil acceso y un punto de encuentro ideal.
Una tarde hubo una reunión con muchas personas que yo no conocía. Pero sabía que eran de aquellos que se habían visto involucrados en la campaña. Misma semana, otra reunión. Yo no sabía que planeaban, hasta que un día me dice Genaro: Iremos a casarnos al Ciudad de México.
Mi entendimiento y mi mente 2010 era sobrepasada con la idea de imaginar a mis dos amigos como un matrimonio. No era porque no creyera, sino porque crecimos sabiendo que los gays y lesbianas no se podían casar en México.
En ese entonces ellos ya llevaban 6 años de relación ininterrumpida; sin embargo nunca se habían planteado el matrimonio como un objetivo de pareja. En menos de un mes toda su concepción al respecto cambió y tenían la posibilidad de ser una de las primeras parejas homosexuales de Jalisco en contraer matrimonio. En ese momento, el casarse era más cuestión de estrategia, ya que vieron la oportunidad de comenzar a pugnar por lo derechos igualitarios para que otras personas también pudieran contraer matrimonio en el futuro.
El amor como estrategia para el matrimonio igualitario
El matrimonio igualitario era una realidad reciente en la capital de México. Sin embargo por la manera en que está organizado el sistema legal de México y sus estados, aún no era posible llevar a cabo éste tipo de matrimonios fuera del Distrito Federal.
Los activistas de todo el país no se quedaron con los brazos cruzados. Tenían que encontrar la manera en que éste gran avance pudiera comenzar a permear en los sistemas legales de sus Estados. Entre estos activistas se encontraban Jaime Cobián y Rodrigo Rincón, quienes fueron parte de este grupo a nivel nacional que buscaron la estrategia legal para comenzar a luchar por el reconocimiento del matrimonio igualitario en los Estados, ellos para Jalisco.
La propuesta era llevar a parejas de los diferentes lugares para que contrajeran matrimonio en el Distrito Federal (DF). Posteriormente regresarían y comenzarían procesos legales para el reconocimiento de su acta de matrimonio en sus lugares de origen.
El siguiente paso era encontrar parejas que se quisieran casar. Pero había un problema. Las parejas no se querían casar porque ni siquiera sabían que era posible hacerlo. Pero no sólo eso, el objetivo era que una vez regresando se convirtieran en los rostros públicos de la lucha que se emprendería en Jalisco. Después de mucho buscar, aquí sólo se logró reunir tres parejas, entre ellas Luis y Genaro.
En ese entonces no entendía la dimensión de lo que estaba sucediendo, ni de lo que iba a suceder. Sabía que era un hecho histórico, sabía que tenía que estar ahí, vivirlo y festejarlo con mis amigos. Con el tiempo he entendido la trascendencia de aquél hecho que se impulsó en conjunto con otros estados.
El viaje
19 de marzo, 23:00 hrs. Un camión se dio cita justo afuera de Mezzo café. No íbamos solos, parejas de otros estados como Nayarit, Colima, Aguascaliente y Guanajuato iban con la misma encomienda de regresar y comenzar a luchar por el reconocimiento del matrimonio igualitario.
Toda esta aventura estuvo apoyada por aquellos personajes que desde la capital del país comenzaron la gestión y lograron que fuera una realidad en la capital. Para ellos era importante ésta acción de lucha al interior del país.
La fecha del matrimonio estaba puesta: el 21 de marzo de 2010, celebraríamos la primera boda colectiva de homosexuales en el país. No era coincidencia que se hubiera elegido el mismo día que nació Benito Juárez, un político que luchó por la separación de la iglesia del Estado y que promovió las libertades y el respeto entre los individuos. “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Ese día eso buscábamos todos los presentes, el respeto a la libertad que tiene cualquier persona para amar a quien él o ella decida.
20 de marzo. Un día antes de la boda hubo una reunión donde estuvimos de todos los estados juntos. En esa reunión se terminaron de afinar los detalles de lo que sucedería al día siguiente. Quién pasaría a firmar al frente, en qué lugar se sentarían, quién hablaría, revisar los documentos una última vez, etc. Ese fin de semana era de celebración. Estábamos a punto de presenciar una boda que sería un parteaguas en la historia del país y yo estaba ahí. Conocimos activistas de otras partes del país, que al igual que nosotros, se dieron cita ante el llamado de comenzar a expandir los derechos finalmente reconocidos.
Esas horas pasaron llenas de emoción, alegría e incertidumbre sobre lo que sucedería al día siguiente.
El día de la boda
Solamente se tenía de referencia la primera boda entre mujeres homosexuales que había sido efectuada 11 días antes. Para alguien de 21 años como yo, todo era nuevo y me preguntaba: ¿qué dirán?, ¿cómo lo dirán?, ¿cómo nombrarían a mis amigos al final?: Yo los declaro… ¿esposo y esposo?, ¿marido y marido?. Y cuando en las bodas decían: Puede besar a la novia. ¿Cómo sería? ¿quién besaría a quién? No sé. Tenía muchas dudas, creo que todos. Cabe resaltar que nunca habíamos presenciado una boda homosexual, obviamente.
Llegamos al registro civil a las 10:00 hrs. Eran alrededor de 29 parejas las que contraerían matrimonio. Unas comenzaron a pasar para entregar papeles y firmar en lo privado. Solo una pareja firmaría en público representando a su Estado. Por Jalisco, no fueron Luis y Genaro.
En la entrada del registro civil No. 1 de la ciudad de México, dispusieron dos bloques con sillas donde se ubicaron primeramente los contrayentes y después los invitados. El escenario para la boda colectiva estaba preparado y listo, ahí se encontraba David Razú, el diputado que fue el principal impulsor del matrimonio igualitario.
La jueza pidió silencio en la sala. Vamos a dar inicio, comentó la jueza. De aquí en adelante, mis recuerdos son como un videoclip: sonrisas al por mayor, lágrimas de alegría, miradas cómplices entre las parejas, emociones que desbordaban a todos y mucha esperanza para lo que seguía en cada uno de sus Estados. Lo que sí recuerdo bien, en medio de mi videoclip sentimental, es a Jaime Cobián interrumpiendo una parte de la ceremonia para lanzar consignas al aire: “Viva México”, Vivan los gays y lesbianas”, a lo que todos respondieron enérgicamente y sin pensarlo con un “Viva”. Regresando a mi videoclip del momento, recuerdo perfectamente ver la cara de felicidad de Luis y Genaro.
La ceremonia estaba por terminar, ya todos habían firmado sus actas de matrimonio. Mis dudas estaban por disiparse: “Por el poder que me confiere la ley, yo los declaro Cónyuges”
Me gustaría decir como dicen en todas las historias antes de ver el letrero de ”Fin”: Y vivieron felices para siempre. La realidad es otra. Ese no fue el fin. Ese fue el inicio de una lucha legal con las instituciones en Jalisco para lograr que fuera reconocido el matrimonio igulaitario.
Luis y Genaro siguen felizmente casados. Pero han sido 8 años de lucha constante para que otras personas, puedan contraer matrimonio sin tener que hacer todo lo que les tocó a ellos. Hoy el matrimonio igualitario es una realidad en Jalisco, sin embargo hay varios temas que siguen pendientes.
Desde entonces y mucho tiempo atrás, personas como ellos, como Jaime Cobián, Rodrigo Rincón y nuevos actores que se han sumado, siguen con un arduo trabajo para lograr el pleno reconocimiento de los derechos igualitarios en Jalisco.
¡Viva México, Vivan las libertades! ¡Vivaaaaa!
#aManoSuelta Historias de personas que han contribuido a que Guadalajara sea una ciudad diversa, interesante, cultural y donde la diversidad es la característica común que la hace única.