Aunque ya pasó el 14 de febrero todo este mes se siente una ola de romanticismo. Y aprovechando esas vibras de amor del mes quiero contarles algo muy personal y la principal razón por la que sigo viviendo en Alemania
Como ya les he contado anteriormente hace más de 5 años llegue a Alemania para estudiar una maestría. Mi plan era terminar la maestría, quizá trabajar un año para ganar experiencia internacional y volver a México. ¿Qué pasó entonces y por qué sigo aquí? Pues el amor pasó…. conocí a mi ahora prometido y decidí quedarme aquí.
Muchos me han preguntado que si es difícil tener una relación con una persona de otra nacionalidad. La respuesta es que efectivamente tiene su dificultad. Pero con amor todo se puede. No existe obstáculo grande o reto imposible.
Las diferencias entre la cultura mexicana y alemana son innumerables e incluso divertidas. De hecho, no sé por qué la industria cinematográfica no ha explotado el tema, haciendo una comedia romántica sobre una pareja de estas nacionalidades. Tengo mil y un historias chuscas que contar. Desde la primera vez que cociné mole para él y yo nunca creí que se pudieran enchilar con eso hasta que dio al primer bocado se puso totalmente rojo y empezó a toser. Hasta la primera fiesta en casa de unos amigos alemanes, yo como buena latina me puse mis tacones altos y al llegar a la fiesta todos los invitados nos tuvimos que quitar los zapatos en la entrada y yo estaba totalmente en shock.
Lo más difícil en su principio fue la comunicación. Literal hablamos idiomas diferentes y al inicio de la relación hablábamos sólo inglés. Muchas veces hubo malentendidos por el idioma o por cómo se dicen las cosas o se llevan ciertas situaciones en nuestras culturas.
Lo interesante es que de todas las posibles diferencias hemos aprendido y nos hemos complementado. Su estilo alemán de planear, organizar y seguir reglas me ha ayudado a ser más ordenada con mis cosas y mi día a día. Yo lo he contagiado de la espontaneidad mexicana. Él ha aprendido que las mejores cosas ocurren al momento sin planear tanto y que se debe de tener la flexibilidad para cambiar de rumbo si es necesario.
Hoy después de 4 años junto, hemos creado nuestro propio idioma, tenemos palabras que sólo él y yo entendemos. También como alguna vez escribí en esta columna, existe un lenguaje universal a base de miradas, gestos y sentimientos. Les juro que ahora no es necesario hablar en voz alta con una sola mirada entendemos lo que está pensando o sintiendo el otro.
Las relaciones de pareja biculturales o multiculturales no son fáciles como cualquier otra relación humana. Les puedo decir que vale la pena intentarlo, que el amor no entiende de nacionalidades o de razas. #MoinMoin @chaberucitaroja