A los seis años te descubrí valiente, la más. Te supe fuerte. No pude decírtelo y mucho menos agradecértelo, ya no estabas. Sólo quedaba el olor al huevo estrellado del desayuno.
Te busqué desde la entrada, con temor a que me hicieras terminar el huevo estrellado, no estabas. Recorrí los pasillos de aquella casa a medio terminar. Decidida subí por la escalera sin tus gritos proféticos condenando una caída. En total libertad comí todas las galletas y escupí los restos amarillos del huevo frío en el plato de colores. Brinqué en los sillones con los zapatos puestos, di vueltas a la mesa y tiré tu florero favorito, temerosa escondí los pedazos en el fondo del bote de basura.
Por: Nancy Oviedo, @nan_oviedo
Foto: Axel Macías, @lexariel2
Todo era perfecto sin tus juicios, sin tus ordenes, sin tu mirada. Cansada de aquella libertad, me recosté en el sillón “sólo un ratito, pensé”. Desperté y descubrí tu verdadera ausencia sentada en una silla giratoria en una oficina con olor a humedad. Escuchaba la radio mientras tecleaba sin cesar y ahí sonó “Las mamás que inventaron el frío” mis lágrimas rodaron, tú nunca me inventaste el frío, no tuvimos tiempo.
Han pasado veintiún años desde que saliste mí. No me dijiste adiós, no dejaste una nota, sólo la duda de tu ausencia, misma que no pude llorar antes, de tu abandono ni la rabia me quedó. Hoy me miro en el espejo y soy igual a ti. Tu pelo, tu boca, tus ojos, tu fuerza, tus manos y manías por sacar la lengua cuando ríes, espero que lo sigas haciendo, yo te recuerdo así.
Te admiro por ser valiente y no haber mirado atrás en tu pasado. Sentiste tu presente y te dirigiste a tu futuro. Son muchos años, mamá, muchos sin ti, ni tus huevos estrellados, ni tu labial violeta.
Tin Man es la banda sonora de tu recuerdo en mi vida. Conservo tu anillo de bodas, te sacaron de las fotos, pero el anillo lo tengo yo. He perdido muchas cosas en los años sin ti, Ma, sin embargo, ese anillo me recuerda tu fuerza, tu coraje, tus ganas de enseñarme en la distancia a entender que soy la hija de la mujer que va por su felicidad, de la mujer a la que no la detienen ningún canon, de la mujer más valiente.
Gracias, Ma, donde quiera que estés.