Por: Ashanti Ahumada.
Cuando las velas del pastel de cumpleaños comienzan a llenar la superficie del glaseado comenzamos a preocuparnos, la vida no es tan sencilla, probablemente ya no vives con tus papás y el refrigerador ya no está lleno todo el tiempo.
Pero tampoco estás casado, ni tienes planes de hacerlo, no piensas en hijos ni en comprar una casa. Puede que vivas con tu pareja, pero no hay más planes. Tu mente está centrada en viajar, en vivir la vida y en no ver el reloj todo el tiempo.
La definición de veintisiempre no está clara sólo se sabe que son personas entre los 20 y los 30, personas en una pequeña crisis existencial o no. ¿Cómo voy a saber cuánto dura el gas?
Tu Facebook se llena de bodas, compromisos, bebés, crossfit y tú estás ahí, tomando una decisión increíblemente difícil “¿cuál serie tengo que comenzar en Netflix?” las agencias de marketing y las revistas te clasifican como millennial pero no quieres, no te gusta esa etiqueta. Probablemente te la pasas más tiempo en Internet, entre libros o conciertos. Tu grupo de amigos ha ido haciéndose más y más pequeño, pero sabes que los pocos que quedan son los buenos, los importantes.
Las relaciones amorosas son cada día más complicadas, te sientes como con un cubo de Rubik cada que comienzas a salir con alguien ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Qué somos?
Pero al final del día, te queda ese momento de libertad, donde sabes que puedes llegar y cenar pizza fría con un poco de cerveza porque eres un adulto.
Eso somos todos, los de los veintisiempre, los que no saben exactamente qué quieren pero luchan por ser felices cada día. Estamos juntos en esto, o no, pero hay wi-fi.