Por: Ashanti Ahumada | Ilustración de Roacho
A veces todos los temas de amor y amistad están tranquilos, pero siempre hay una constante ya que lograste establecerte en un trabajo, que empiezas a tener una rutina y esa es que siempre llega alguien que te ayuda a recordarte que no todo es miel sobre hojuelas.
Los jefes son estas criaturas míticas que encuentras en tu trabajo, personas que te ayudan a desarrollarte en el ámbito profesional pero que infortunadamente no siempre son las mejores personas. Seas Freelance o Godínez siempre están ahí. Hasta el momento y por los que he encontrado me gusta ponerlos en los siguientes grupos:
Control freak
Siempre buscamos individualidad y libertad creativa en el trabajo, este tipo de jefe no ofrece ninguna de las dos, todo tiene que pasar por ellos y la mayoría de las veces habrá que ser un tipo de lector de mente para saber qué es lo que quiere exactamente. El ambiente con ellos se torna difícil y pesado pero te enseñan a ser ordenado, a respetar tiempos y a ser increíblemente paciente.
El amigo/enemigo
En Guadalajara si te encuentras en la industria creativa, startups o tecnología te vas a encontrar con este tipo de jefes. Al principio te dejan saber que tú tienes el control y que confían en ti, pero esto es como una pequeña trampa, en el momento en el que empiezas a sentirte cómodo se vuelven alguien con quien no es fácil hablar, están a la defensiva y a veces hay mal entendidos, pero cuando más frustrado te sientes, vuelven a ser el amigo y te recuerdan que no hay ningún problema. Este tipo de jefes te enseñan a tener un equilibrio, no todo puede ser tomarse a la ligera.
El zen
Este tipo de jefes sí existe y es maravilloso encontrarlos, con ellos aprendes que no vale la pena llenarse de estrés que los procesos son eso, un proceso y que nunca hay que olvidar que haces lo que haces porque te apasiona, a veces son más que guías en lo laboral y se convierten en grandes amigos. Ellos te enseñan que no siempre es malo pero que nunca hay que dejar de ser profesional, porque si quedas mal una vez te hacen saber que su confianza en ti no tiene razón.
El robot
De estos hay muchos en la vida Godínez. Con ellos hay que hacer las cosas porque hay que hacerlas, y hay que hacerlas de una sola forma, no hay de otra, en palabras de mi abuela “o te aclimatas o te aclichingas”. Con ellos aprendes que a veces hay que pasar por ciertas cosas para poder que en algún momento puedas disfrutar mucho más otro trabajo, ah y procesos, aprendes mucho de procesos con ellos.
El misterio
A veces hay jefes que casi nunca ves, que se aparecen de manera esporádica en la oficina, jefes con los que sólo te comunicas por correo electrónico pero que realmente no están ahí. Con ellos aprendes a tomar decisiones por tu cuenta, a manejar situaciones frustrantes, por la misma razón de estar ausentes sabes que debes arreglar las cosas, hacerlas funcionar.
El oversharer.
Estos son como un arma de doble filo, porque se vuelven tus amigos, te cuentan sobre su vida fuera del trabajo, a veces te invitan a salir y es divertido, hasta que ya no es. Se torna medio difícil hablar del proyecto nuevo cuando te cuentan cómo estuvo su última reunión familiar. Con ellos aprendes sobre límites, aprendes que un jefe nunca deja de ser eso, tu jefe y por más que quieras verlos como un amigo, se vuelve difícil marcar esa línea delgadita de trabajo y tiempo libre.
Al final del día, pueden existir un millón de tipos diferentes de jefe pero siempre están ahí y siempre hay que verle el lado positivo, no importa qué tipo sean. Porque en la ciudad de la Minerva esa es la constante, jamás debes dejar de aprender.