Cada vez que se acerca mi cumpleaños – y no se si a todos les pasa cerca de su fecha de nacimiento – suelo ponerme reflexiva
Durante mucho tiempo el agregar un año más a mi edad, sobre todo después de pasada la universidad, me hacía sentir que poco a poco se me acaba el tiempo, y que todos los relojes de vida estaban sonando, como si las oportunidades o los momentos propicios para hacer lo que quería hacer se esfumaron.
Sin embargo este año la sensación fue diferente, después de mucho tiempo me sentí realmente muy orgullosa de cumplir treinta y tres años, y de poder decirlo abiertamente.
De poder mirar hacia atrás y decir: “he sido feliz”, “he hecho elecciones que me gustan”, “estoy viviendo bien”, “la estoy pasando bien”, “estoy con quien quiero estar”, y por ello me he decidido a celebrar.
Quizá está además el romanticismo de que el 3 de alguna manera es mi número favorito.
Pero no solo ha sido mirar hacia atrás y lo que he hecho, he sentido inspiración y motivaciones para ir hacia adelante, la cual he tomado de las palabras que muchos me han dedicado en los diferentes medios digitales, así como de la sensación interna de aprender, de mejorar, de conocer, de estudiar… de seguir.
Es frecuente que en esta etapa – los treinta – todos estemos constantemente pensando “ya estoy viejo”, “ya estoy muy viejo para eso”, “ya soy una viejita”, y si bien es cierto he dejado de hacer algunas cosas, creo que en realidad tienen que ver con que ya no me causan la misma satisfacción ni la sensación de novedad como cuando tenía 15 o 20 años.
Cumplir treinta y tres, me llena de emoción, me hace sentir segura, como si finalmente hubiera entendido que es esto de entrar a los 30s.