Siempre que me encuentro en una encrucijada mental sobre mi carrera como escritora, y re-leo mis textos me pregunto “¿por qué dejé de escribir?… si lo que escribía en ese entonces me gusta tanto”, y me sorprende lo escrito.
Luego me doy cuenta que pasó lo que sucede en todo fenómeno observado: existe un observador y ya no es lo mismo. Y es lógico. Para ser un escritor exitoso debe hacer un ávido lector de nuestro material.
Es esencialmente lo que me pasó. Cuando supe que esperaban mis textos para leerlos, pareciera que perdí el toque para escribir. La sensación de escribirle a alguien real me gustaba, pero la idea de que mi opinión fuese controversial, difiriera a otro y por ello fuese cancelada me dio miedo. Sí, le tuve miedo a la cultura de cancelación.
Observado y juzgado
En la actualidad el ser observado y juzgado, bajo la cara de la cultura de cancelación, hace mucho más difícil escribir textos honestos de una opinión que difiera a otros. O por lo menos, yo no estoy lista ni tengo ganas de lidiar con algunas personas que se denominan así mismas como woke. Que parecieran no entender qué se puede opinar distinto, y es válido expresar tus piensos. Que por opinar diferente no quiere decir que no queramos el mismo fin o las mismas cosas. Y es que a veces las diferencias son tan pequeñas, como cuando te gusta el café, pero a distinta temperatura, o sin azúcar, con leche, más agua, o más cargado… y a veces no te gusta el café y está bien. No porque no me guste el café tengo que atacar a quienes beben café. ¿o si?
Por supuesto que entiendo que hay opiniones erróneas, es decir, opiniones basadas en ideas o conceptos que están mal. Pero no dejan de ser opiniones, y por tal motivo merecen un respeto. Incluso hay opiniones mías viejas, que sin haber pensado eso, y reflexionado hasta darme cuenta que estaban mal, no tendría la opinión actual. Y hay quienes han sido cancelados por haber opinado algo hace 10 años, que ahora resulta erróneo. ¡Todos pensamos que Pluto era planeta! Nos hacían recitarlo de memoria. Luego supimos que no era y ahora que sí, que es un planeta enano, por citar un ejemplo.
Es curioso que ahora queramos meternos en esta caja de unidad de opinión. Cuando al humano le gusta señalar las diferencias, es otra de esas cosas que nos hace nosotros. Si no, no existirían los nombres, los lenguajes, los colores, las formas… Nuestro entorno es una serie de etiquetas para diferenciar uniformemente. Nos encanta, puedes traspolarlo al movimiento social que quieras y encontrarás etiquetas (o nombres), aunque quieran no tenerlas.
Partidario
A esa misma necesidad de tener una opinión correcta, hay que sumarle una causa a la cual enfocarse o ser partidario “un tema del que siempre hable en mis redes sociales personales”. A mí, esto también me ha cortado la inspiración. ¿Por qué debo hablar siempre de lo mismo? ¿por qué todo tiene que dar soporte a una ideología? Es como si hablaras de café con alguien y como tienes una ideología de lavar los trastes, tienes que hablar de cómo beber café afecta el lavado de platos. Claro que lo afecta, pero podemos hablar de café sin hablar de lavarlos platos.
Por supuesto que cuando se es una persona integral hay muchísimos tópicos de conversación para tener, y cualquier tema (y la ideología) se ve afectado por el contexto social, político, económico, religioso, y de salud de tu país. Esto no hace que tengas que expresar tu opinión en todo, y no es que no la tengas, todos la tenemos, solo no es necesario “parecer experto” y emitir una opinión del café, del lavado de los platos, y hasta del nacimiento del cuarto hijo de un artista famoso.
Autocensura
El miedo a la cultura de cancelación, ha sido una forma de autocensura. Prefiero simplemente no expresar mi opinión, o que se queden en uno de los cientos de borradores de Lunes, ¡en tacones! (que quizá alguien se anime a publicar póstumos, y pues ya si me tiran de lo que sea, por lo menos no los voy a leer).
Prefiero estar en silencio, sin publicar o parecer inmune a lo que sucede a fuera. Hay ya demasiadas voces opinando – correcta e incorrectamente -, que se multiplican por los medios y las redes sociales.
Siendo yo alguien que escribe en una revista a veces siento que los lectores necesitan un respiro o por lo menos aire fresco para dejar de hablar de lo mismo, en la misma forma, con ataques y con una ideología que parece que al opinar distinto te va dar periodicazo en la boca.
Pero a veces, pasa que me canso de estar en silencio, y quiero regresar a contar mis historias, no importando el observador, la opinión, las redes sociales y sin miedo a la cultura de cancelación. | #LunesEnTacones x @anavolta de #KaVolta🖤