A casi cumplir dos años de haberme convertido en madre, me doy cuenta que tan inocente era respecto al tiempo. En uno de mis «Lunes, ¡en tacones!» anteriores sobre madres creativas, puedes notar lo que pensaba al inicio de esta travesía.
Recuerdo muy bien que “muy holgadamente” planee cuatro meses de “cuarentena”, que prefería tomar post parto, para tener “un poquito más de tiempo porque soy mi propia jefa”. Sin embargo que lejos estaba yo de saber que necesitaba un año sabático, que se volvieron dos y que quizá deberían ser cuatro los que debí planear como pausa.
De verdad, creí que pasados los 40 días, casi de inmediato el bebé iría a la guardería y yo continuaría mi vida, como si nada haciendo lo de antes y que “en mi tiempo libre” (así sonaba) sería mamá. Así mismo durante ese primer año me obligue a hacer todo bajo el estandarte de mamá creativa. Pero en algún momento tuve que pausar para encontrar un balance físico y mental, me tuve que hacer el espacio de ahcer un año sabático.
Al día de hoy soy yo (y puedo hacer lo de antes) solo en mi tiempo libre.
Regularmente después de las 9:00 pm cuando El Niño se durmió, tomé una ducha de relajación y hasta las 10:30 pm cuando ya me venció el sueño. 🫠 O sea tengo cerca de hora y media al día en el que no soy Hulk*.
Decidí escribir esta publicación no porque quisiera quejarme de mi situación actual, por el contrario he logrado un equilibrio de “ser muchas cosas en el día”, que estas 1.5 horas de ser nada y solo ser yo… son maravillosas. A veces fantaseo con que fueran más y al mismo tiempo creo que no me sabrían igual. Las he dedicado a escribir, ilustrar, a cocinar algo para mi, a pensar. Este último acción es de las que más he necesitado. A escuchar mi música favorita y a reencontrarme con mis gustos, que al paso del tiempo han ido impulsando la creatividad a mis otros yo. No es que tenga distintas personalidades, si no que son distintas yo, como roles.
Durante mucho tiempo me he topado en redes sociales con un sin fin de publicaciones polarizadas sobre el ser madre, en donde se espera que las mujeres seamos todo y nada a la vez. Que si somos madres que no se nos note laboralmente (o físicamente); la famosa condescendencia que ya mencioné, ni se diga las comparaciones entre crianzas, etc. No hay una sola forma de ser mamá que satisfaga a nadie, ni a nosotras.
Los padres de la era moderna
En nuestra era de la salud mental (propia y ajena), nos ponemos una presión adicional: ser padres presentes que desde que nacen trabajan la salud mental del hijo, porque creemos que este tiempo dedicado hará que en un futuro sean mejores personas y estén más equilibradas emocionalmente. (Dato curioso, la mayoría nuestros padres creían en darnos un mejor futuro económicamente a través de la educación, a ver como nos va…)
Bajo esta consigna queremos involucrarnos en todo, con un acercamiento humano y bajo nuevas corrientes de crianza. Desde cómo nos dirigimos a ellos, como los alimentamos – desde la lactancia materna exclusiva hasta el “finger fooding” -; bordarle los nombres a las camisetas que llevarán a la guardería; hacer el altar de muertos y el disfraz de catrina perfectos, pero hechos en casa porque así eres un padre presente; no pantallas; ni se diga de los cumpleaños que sean adecuados para su edad, los disfrute y al mismo tiempo queremos que haga amigos para que estén allí. (Un largo etc que incluye que se vea bonito para redes sociales…)
¿Cómo se logra eso teniendo una vida laboral / creativa activa?
Eso no se puede hacer sin una pausa. Por eso digo que necesitaba un año sabático (que se volvieron dos, y que quizá deberían ser cuatro) para lograr tener un balance que te permita hacer estas cosas. Y tener en mente una cosa más: no existe la perfección, existe el mínimo viable que te haga feliz (y que si no lo puedes hacer tú personalmente siempre hay opciones).
Muchas veces me he dicho a mi misma que, si quieres ser un padre presente, tienes que tomarte el tiempo necesario… ya sea necesitas un año sabático, dos o cuatro. No importa si eres Rihanna o Beyoncé, siempre vas a tener que cargar el juguito de tu hijo y hacer muchas cosas por él si quieres esa cercanía con ese ser que creaste. No hay otras formas de hacerlo, no hay nanas que te hagan el trabajo completo y tu ganes la recompensa. Es mejor hacerse a la idea antes de que sigas luchando mentalmente con ese “ya voy a regresar a ser yo”.
El primer año, el sabático… lo considero también un año de duelo.
Un año donde al final debes celebrar el nacimiento de una madre, junto al de tu hijo, y la muerte de tu yo anterior. Si en este año no sientes que vas bien, y la crisis va muy en serio, busca información y ayuda.
El segundo año, el de aceptación y organización.
Es un año sabático de mucho estirar y aflojar. Al término celebrarás dos muy contenta de ser quien lograste ser. De haber acomodado las cosas para que funcionaran. Si aún no llegas a ese plato no te desesperes ya llegarás.
Hace una días mientras le compraba un regalo de cumpleaños a la cría de una de mis amigas me dijo algo que me pareció muy importante: “nunca volverá a ser chiquito, no importa la madre”; al desmembrar a frase puedes notar esa melancolía de “dejar” que tenemos las madres siempre, sin embargo se que en esa frase hay mucha más profundidad: tu cría solo será pequeña una vez.
Solo durante este muy breve momento te necesitará tanto como ahora, querrá pasar tanto tiempo contigo como nunca y ese tiempo jamás volverá y no hay forma de repetirlo nunca. Así que si necesitas un año sabático (que quizá deban ser dos y se conviertan en cuatro), es nada comparado con las memorias y el cariño con tu cría. | #LunesEnTacones de Ana Volta, #KaVolta 🖤.
*Tómese la idea de ser Hulk como la idea de este ser que se transforma en alguien poderoso y que al mismo tiempo no escucha razonamientos de ningún tipo…. “smash, smash”, en este caso “mom stuff, house stuff,…