Entre cerveza, botanas y murmullos de los tímidos, se llevó a cabo el concierto de Monocordio, una banda que se define no sólo por su música y letras melancólicas, amatorias e intensas, sino también, por la posibilidad de crear un ambiente sonoro capaz de producir sensaciones, incluso, emociones en el escenario.
Fernando Rivera, vocalista de la banda, argumenta que no es sencillo definir su música, y que si lo hiciera, lo más acertado sería colocarla cerca de la esquizofrenia.
“Me cuesta trabajo definirlo porque es un proyecto muy dependiente de mi estado de ánimo, si tuviera que definir mi estado de ánimo pues tendría que decir que está cerca de la esquizofrenia o en una patología algo seria”.
El concierto que presentaron la noche de este miércoles en el Teatro Vivian Blumenthal rayó en lo emotivo y entrañable, tal como lo definió Fernando Rivera. Y es que para la banda, presentarse en Guadalajara significa “picar piedra”.
Los primeros en subir al escenario fueron los hermanos Arreola, improvisando los acordes que dieron paso a la entrada de Fernando, para interpretar las canciones que sí, son filosóficas, poetas y hasta cierto punto existenciales.
“El sonido de Monocordio tiene que ver más con una emoción que compartimos ahorita los tres, una emoción ruidos, distorsionada, áspera que tiene que ver con el momento político por el que estamos viviendo, con el momento social, si bien las letras de Monocordio no hablan de eso especifico, yo creo que en el sonido, en la manera actual se nota esa densidad, ese coraje, esa furia, que yo creo que tenemos y compartimos muchos mexicanos”.
Para la banda los sentimientos que transmiten a los escuchas no son coincidentes con un estado de ánimo, sino que están pensados, planeados y calculados para que los conciertos sean algo más…
“Yo voy componiendo canciones conforme a los eventos que voy viviendo, hoy vamos a tocar algunas canciones antiguas, de otras épocas con arreglos hechos por los hermanos Arreola, pero también he hecho canciones nuevas que en los últimos meses hemos montado juntos y que creo tienen otra inquietud lírica, efectivamente creo que tienen, letras poéticas, amorosas, existenciales, un poco filosóficas; estas últimas canciones que he hecho tienen otra inquietud”.
Los Monocordio pueden distinguirse por crear un vínculo entre espectador y músico, un preámbulo a cada una de sus canciones y, si se presta, hasta cuentan chistes.
─”¡Hazme un hijo!”, le gritan un hombre del público (Las risas de los asistentes no se hacen esperar).
─”¿Otro?”, le contesta Fernando.
Los Monocordio no son estáticos, pero tampoco buscan parecerse a las nuevas bandas, mucho menos utilizar los nuevos ritmos.
“Yo realmente busco adaptarme a un momento a una situación que estoy viviendo, afortunadamente, ya no estamos en el trip de que oímos una nueva banda y queremos sonar como ellos, al contrario, admiramos mucho lo que está alrededor, mucho de lo que está sucediendo, de los grandes maestros o de los nuevos músicos”.
El concierto duró alrededor de dos horas y presentaron canciones del viejo Monocordio y del nuevo disco no grabado aún, pero ya planeado para este año: Pájaros y Cuchillos, en el que explican que se renovarán: “El nombre de esa canción no es tan Monocordio, “Chicas en bicicleta” eso más bien de Zoé, pero al final nos gustó cómo sonó”.
Texto de Nayeli Martín del Campo
Fotografías de Miguel Arvizu para Ka Volta
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