Eran las 21:30 horas y como de costumbre el calor era insoportable. Decidí no esperar una hora en la humedad insufrible de la calle y me fui a un bar a tomar una cerveza antes de responder todas mis dudas respecto a The Beauty of Gemina, una banda, de la que había escuchado poco, pero sabía que su éxito en Europa en el 2008 colocó de nuevo el dark rock en las listas de popularidad de MTV.
Por: Joanna Rubio. Fotografías: Noé Blanco
Llegué al C3 Stage y me sorprendió lo vacío que estaba el lugar, en el rooftop no había más de 50 personas, y muy pocos tenían cara de saber a quién esperaban o siquiera conocer a la banda. Cuando dieron las 23:30 la banda salió y comenzó a caminar entre los espectadores; cuando casi subía al escenario la gente comenzó aplaudir, seguramente los reconocieron porque no es muy común ver a un rubio platinado ataviado en una chamarrita negra cuando la temperatura es de casi 30 grados.
Los primeros acordes de la canción “End” comenzaron a sonar y entonces el público comenzó a acercarse lentamente al escenario; mientras tanto muchos platicaban con la chela en mano. “No suenan nada mal en vivo”, pensaba mientras mi pie lentamente se movía.
Antes de que terminara la primera canción, Beauty of Gemina se ganó la atención de los espectadores, que no tenían ni idea (me sumo) sobre qué esperar de esta banda en vivo; quién sabe, uno podría esperar un lento concierto de dark rock suizo, y menos cuando, si somos honestos, sus vídeos en Youtube no les hacen nada de justicia.
Michel Sele, el líder de la banda, prendió el escenario con sus movimientos de brazos ochenteros, característicos de quien quiere bailar pero no tiene ni idea de cómo hacerlo y se limita a mover la parte superior del cuerpo.
Los integrantes de la banda sonreían, se veían auténticamente felices por tocar frente a un grupo tan pequeño de personas. Transformaron con sus chistes, su constante interacción y sus gestos, lo que pudo ser un trago amargo de poca asistencia, en una presentación íntima y muy divertida.
Entre canción y canción Sele bromeaba un poco sobre la naturaleza de cada canción: “Esta canción es gospel, blues, texana darketa”, así como sobre la odisea para llegar a las tierras mexicanas: “Esta guitarra viajó 17 horas sólo para ser tocada para ustedes, más vale que les guste la canción”.
El público reía pero nadie cantaba porque no conocían las canciones, pero pese a eso no perdimos la oportunidad de corear junto a Sele (después de insistir en español que cantáramos con él) “One million stars”, hasta hacer retumbar el piso del rooftop.
Al terminar el concierto, salí del C3 Stage con una gran sonrisa y tarareando canciones nuevas que definitivamente entrarán en mi playlist de Spotify.