Muchos hemos reído con Roberto Espejo y su emblemático personaje “La Gorda”. A algunos los ha agarrado a “carrilla” sus shows o los ha subido al escenario para burlarse. Pero, detrás de todo su espectáculo travesti, hay una faceta de él que no es muy conocida. Su activismo por los derechos de las personas lgbt+ desde los años ochentas
Cuando hablamos del transformismo en Guadalajara, es obligatorio hablar de Roberto Espejo. Un actor que a lo largo de 33 años de carrera, ha divertido a varias generaciones de gays, lesbianas, bisexuales y trans. Se formó en la actuación a escondidas de sus padres. Por lo que mezcló el arte con la electrónica para sobrevivir en los años ochenta.
Por: Roberto Hernández, @robsmx
Imágenes proporcionadas por Roberto Espejo
Para Roberto Espejo fue difícil decir en su casa que era homosexual. Su madre era una persona que había crecido en un pueblo con costumbres religiosas muy arraigadas. Él mismo nos cuenta que vivió un matriarcado. A pesar de que su padre tenía una mente más abierta en el tema de la sexualidad, tuvo que seguir las indicaciones de su esposa: Roberto se va de la casa.
Víctima de discriminación
Desde joven, Roberto Espejo ha vivido la discriminación en carne propia. En la secundaria fue señalado por ser afeminado. De cierta forma encontró la solución a sus problemas cuando se hizo “novio” del presidente de los alumnos. Una relación a escondidas que le ayudó para que no se burlaran más de él. Era la mano que mecía la cuna; alguien se burlaba, ese alguien recibía su merecido al día siguiente.
En la prepa todo cambió. Ya no tenía la protección del “novio a escondidas”. Así que todos los que recibieron su merecido, ahora podían vengarse de Roberto Espejo. La presión fue tanta que tuvo que cambiarse a una preparatoria con carrera técnica en electrónica. Fue ahí donde adquirió los conocimientos que le ayudaron a sobrevivir cuando lo corrieron de su casa.
En esta época es cuando Roberto Espejo comienza a hacer show trasvesti por mera curiosidad y juego. Nunca se imaginó que apoyar a un amigo, que se dedicaba a dar shows, le daría fama, reconocimiento y un trabajo que lo mantiene hasta el día de hoy.
Aún no tenía 18 años cuando comenzó a dar show, y fue gracias a este amigo que comenzó a conocer personas gays a las cuales frecuentar. Empezó a ir a las tardeadas que se hacían en el “Boops”, un bar que lideraba Pedro Preciado y del que una parte de las ganancias se donaban para mantener las actividades del Grupo Homosexual de Orgullo y Liberación (GOHL).
Al frecuentar el café que tenían por las tardes que por la noche se convertía en bar, Roberto Espejo se enteró de las labores de activismo e incidencia política que hacían en GOHL. En ese entonces seguía siendo un estudiante de actuación, por lo que se acercó a Pedro Preciado para analizar de qué manera se podría incorporar en las actividades de la asociación. De alguna manera, Roberto Espejo sentía la necesidad de ayudar a que otros chicos para que no sufrieran lo mismo que él sufrió en la escuela.
Roberto Espejo nunca ha tenido problemas con su cuerpo grande, peludo, voluptuoso. Sin embargo, cuando quiso comenzar a incursionar en los escenarios profesionales del travestismo, su cuerpo sí fue motivo de rechazo en lugares como “Mónicas”, “SOS” o “Sahara”. No lo admitían porque estaba gordo. Curiosamente lo que le impidió entrar a los grandes escenarios del transformismo, fue lo mismo que le dio notoriedad y fama, años más tarde.
En Pedro Preciado, encontró un guía, un mentor y un apoyo incondicional. Como parte de sus primeras acciones creó la obra de teatro “¿Y los que no somos mariachis, qué?”. Una obra de teatro que a través de la comedia pretendía educar sobre prevención de vih y concientizar sobre la enfermedad que estaba matando a miles de personas, la mayoría de ellas homosexuales, el sida.
Su labor dentro de GOHL
La labor de GOHL en los años ochenta en Guadalajara, fue determinante para los homosexuales que contrajeron el sida. En una época, donde el país vivía una cultura machista mucho más marcada, llega una enfermedad que comienza a ser identificada exclusiva de los homosexuales; que los mataba, los enfermaba y los expulsaba al aislamiento de sus propias familias. Pedro Preciado, Jesús Jáuregui y otros más como Roberto Espejo, tomaron acciones para ayudar a homosexuales que estaban sufriendo a causa de esta nueva enfermedad.
Mientras Pedro Preciado y Jesús Jáuregui estaban en la parte de ayuda directa, rescatando personas, sacando homosexuales de la cárcel o ayudando a los enfermos en los hospitales; Roberto Espejo comenzó una revista informativa llamada “Uno sobre otro”. La revista servía como medio de divulgación para informar sobre los esfuerzos que se hacían localmente y los nuevos descubrimientos sobre el sida.
Él mismo vivía la incertidumbre sobre lo que sucedía en el mundo. Por lo que realizar la revista le ayudaba a él y más personas para mantenerse informados. Él mismo nos cuenta: “A mí me tocó la época en la que se podía tener sexo sin condón, porque todavía no sabíamos lo que era el sida. Ahorita ya sabes y es controlable. En ese entonces sólo sabíamos de una enfermedad que estaba matando a la gente gay en San Francisco y todo el mundo estaba escamado; más a las jotitas pudientes que presumían sus viajes a Estados Unidos. Hasta después se le dio el nombre y se pudo aislar el virus; después se dijo que era una enfermedad de homosexuales y al decir que eras positivo en vih era como morir, porque no había nada. Los retrovirales empezaron a salir hasta como el 87, pero la enfermedad fue detectada en el 80 mas o menos, y se le puso nombre como en el 82. Aquí en México como en el 85 empezaron a hacer las primeras pruebas para ver si no lo tenías.”
Detrás de todo el trabajo de difusión que le tocaba a Roberto Espejo, había una gran preparación con personas que lideraban los estudios en temas de sida. Pedro Preciado fue el primero en traer unos doctores de Estados Unidos para capacitarlos en temas de prevención, “qué era un condón y cómo se usaba”. A partir de ahí se hicieron unos trípticos que le tocó diseñar y unos talleres sobre sexo seguro. Ciertamente a Roberto Espejo no le costó trabajo aprender cómo ponerlos con la boca, él mismo recuerda que fue de las primeras actividades en que se especializó.
Con la visita de estos médicos a Guadalajara también se aplicaron las primeras pruebas para todos los integrantes de la asociación. Para Roberto Espejo y sus compañeros no fue sencillo. En una época donde ellos veían morir a muchas personas. Donde la incertidumbre era el pan de cada día. Ellos estaban a punto de saber si habían adquirido la enfermedad o no. Con el respaldo de los psicólogos de GOHL y un segundo soporte por parte del mismo Pedro Preciado, se les aplicó la prueba. Durante 15 días, Roberto Espejo sufrió la incertidumbre de saber si era portador de la epidemia identificada como la “enfermedad gay”. Llegó el día. Pedro Preciado le dio sus resultados en un sobre cerrado y la posibilidad de abrirlo junto con él, o simplemente abrirlo en otro momento. Roberto Espejo decidió abrirlo posteriormente. Por más de una semana estuvo indeciso en conocer los resultados. Fue hasta después, en una borrachera donde él y otro amigo decidieron abrir los sobres. Resultados negativos en ambos. Todo esto era desconocido para todos, pero a ellos les tocó vivirlo primeramente, para después comenzar a normalizar la aplicación de dichas pruebas, tal como ocurre hoy.
El miedo y la incertidumbre que vivían era algo que impulsaba a Roberto Espejo para seguir creando materiales informativos, obras de teatro, sketches de comedia e impulsando una cultura de la prevención y uso del condón.
Creaciones por la conciencia social
Al preguntar a Roberto Espejo sobre sus mayores logros dentro de GOHL, sin dudarlo menciona la obra de teatro “¿Y los que no somos mariachis, qué?” y la creación de la revista “Uno sobre otro”.
Cuando Pedro Preciado le pidió montar una obra de teatro para la décima semana cultural gay en Guadalajara, en el año 87, Roberto Espejo junto con otros colaboradores se dieron a la tarea de investigar y leer textos teatrales con temática gay. Después de una larga búsqueda decidieron crear su propio texto. Así nace “¿Y los que no somos mariachis qué?”. Una obra de farsa con tintes de comedia musical, la primera en el país que habla sobre el sida abiertamente. Narra la historia de 5 travestis que viven en la casa del dueño de un bar; están por estrenar un gran show y el vestuario no llega. En lo que esperan, suceden situaciones impulsadas por un ángel y un demonio que juegan como una especie de buena y mala conciencia. Roberto Espejo recuerda que todos tenían nombres de flores, su personaje se llamaba Margarita y era alcohólica.
Era una obra que buscaba concientizar sobre el uso del condón y las diferentes decisiones que tomaba cada uno de sus personajes, la llegada de antirretrovirales y la información más reciente sobre el sida. Todo mientras reías y presenciaban un gran espectáculo. La obra estaba planeada para tener dos presentaciones únicamente, sin embargo fue tanto el éxito que presentaron una temporada con llenos totales.
Después del éxito de esa obra, vinieron sketches sobre los programas de concurso de aquella época. Donde se hablaba sobre prevención de vih y uso de condón mediante el uso de la comedia. Todos estos se presentaron en las instalaciones de GOHL, con una gran respuesta de asistencia.
Desde sus inicios dando show travesti, Roberto Espejo se ha caracterizado por hacer reír a su público. De manera natural él se fue inclinando a éste género, ya que él mismo menciona que lo que más disfruta es estar con su público compartiendo de momentos alegres.
La creación de la revista “Uno sobre otro” nació de la necesidad de crear un espacio donde se abordaran los temas importantes de salud, prevención y cuidado para los homosexuales de esa época. En el primer número se publicó en portada una ilustración de una mano con un cuchillo, haciendo referencia a el alto número de homicidios de homosexuales, que se estaban dando recientemente en la ciudad. Fue un espacio de propuesta y de protesta que dio cabida a artistas, investigadores y colaboradores de GOHL.
La revista era un espacio de reflexión para todas y todos. Se distribuía principalmente en el centro cultural de GOHL y en el bar de abajo, “Boops”; ya que era uno de los lugares nocturnos de mayor asistencia por parte de homosexuales. Incluso alguna vez se llevaron cajas de la revista y las distribuyeron en la marcha gay de la ciudad de México.
Su incursión en la política
Cuando entras en el activismo o en la pugna por los derechos de las personas lgbt+, te conviertes en un actor político casi de inmediato. A través de manifestaciones públicas, de pugnas, de posicionamientos y de generar visibilidad a las problemáticas que se viven, te vuelves un ser político visible.
Roberto Espejo participó en manifestaciones públicas como parte de las actividades que desarrollaba en GOHL. Incluso en el 1991 marcharon con bolsas en la cabeza, como protesta contra Gabriel Covarrubias, presidente de Guadalajara en ese entonces, ya que no permitió que se llevará a cabo la reunión anual de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA), reprimiendo el derecho a la libertad de reunión bajo el pretexto de que “no se puede autorizar por ningún motivo un evento de esta naturaleza, porque ni nuestras costumbres ni nuestra historia, ni nuestra educación, ni nuestra religión, ni nada lo permite”.
Por el mismo tiempo, Roberto Espejo ya era conocido por su personaje travesti “La Gorda”. Mucha gente lo ubicaba y era un referente del espectáculo nocturno. Sabiendo de sus labores por los derechos lgbt, el Partido Cardenista, precursor lo que hoy es el PRD, lo invitó a que fuera candidato a diputado federal por el distrito 10 de Jalisco.
Roberto Espejo rememora esos tiempos de campaña muy pesados. Los procesos de campaña eran de 4 meses y le daban 10,000 pesos mensuales para realizarla. No le alcanzaba para mucho. Sin embargo, tuvo la colaboración de varias personas que le apostaron por la visibilización de las necesidades de las personas lgbt. No ganó la candidatura, pero logró tener un 3% de votación en un distrito que hasta la fecha es considerado de los más conservadores del país. Fue el único distrito en el país, donde su partido tuvo el porcentaje de votación para conservar el registro, en todos los demás los resultados fueron menores.
Después de la campaña, el Partido Cardenista se separó en dos. Las dos partes trataron de convencer para que Roberto Espejo se fuera con ellos. Pero él no sentía que era el camino que debiera de seguir. Decidió alejarse de la política y dedicarse a lo que le apasionaba, el teatro, el espectáculo y las artes. Él estaba seguro que desde ahí podía contribuir para crear una mejor sociedad.
Con 33 años de carrera artística, Roberto Espejo ha sido un fuerte impulsor y apoyo para las organizaciones que trabajan por los derechos lgbt en la ciudad. Desde un escenario ha impulsado y llevado grandes mensajes de sensibilización y aceptación para las personas lgbt. Considera que pertenece a una llamada “Generación perdida”, ya que a causa de la repentina llegada del sida muchos de sus amigos y conocidos han muerto. De su grupo cercano que eran aproximadamente 25 personas, hoy quedan vivos alrededor de 6. Entre ellos se encuentran Jaime Cobián y Jesús Jáuregui, por mencionar algunos. Personas que rondan entre los 45 y 60 años, que como menciona el mismo Roberto Espejo, quizá corrieron con suerte o el destino les tenía una misión de ayuda social desde diferentes escenarios.
Hoy Roberto Espejo es un artista con grandes logros a nivel nacional en teatro y cine. Sigue trabajando en lo que más le apasiona, dar show por las noches. “La Gorda”, como es comúnmente conocido, es un personaje icónico y referente de la vida nocturna de Guadalajara. Con su personaje ha roto esquemas y pisado foros de tv, otros estados o incluso otros países.
En otro momento les contaré la historia de cómo es que “La Gorda” llegó a la vida de Roberto Espejo, para no dejarlo nunca más.