Cuando una ha estado en pareja mucho tiempo sabe perfectamente que los fines de semana son esos días en los que compartirás con tu peor es nada maratones de Netflix, paseos por el parque, idas al super o alguna escapada a un destino paradisiaco y hasta ahí todo bien. Pero cuando ya no tienes pareja y te quedas como perro sin dueño, no sabes ni comer, ni a qué hora dormir, ni de qué lado, aunque tengas toda la cama para ti sola.
El fin de semana significa el periodo en el que la estupidez se apodera de ti y no sabes qué hacer con ese ser, tú, al que has dejado abandonada por mucho tiempo. Entonces para no hundirte en recuerdos llamas a la amiga, que más bien parece enemiga. Que te crea un perfil en Tinder mientras entre lágrimas y babas le cuentas tu pésima vida sexual. Y en menos de lo que te tardaste en limpiarte el moco ya te hizo una cita con un tipo guapísimo de Tinder con tatuajes en el pecho, oblicuos marcados, sonrisa de ángel, brazos de cargador de La Merced. Y mientras le das otra mordida al rollo de sushi te imaginas como te pueden estrujar esas manos que ni se ven en la foto, pero para eso están todas la horas que pasaste en el porno porque tu marido ni una miradita te echaba.
Ambas, amiga/enemiga y tú corren al hotel de la cita para arreglarte y recibir algunos consejos de la amiga experimentada en la ligadora red social. Tu amiga casual pregunta «Goey, ¿qué calzones te vas a poner?» y mientras tú respondes «Pues estos» dices señalando tu ropa interior. Amiga replica «No mames esos calzones son cortinas, mejor quítatelos». Tú obedeces porque pues ella es la experta y además tú no has tenido sexo en mucho rato, no estás para cuestionar.
Después de dar el último retoque al labial amiga vuelve a preguntar «Goey, ¿qué zapatos te vas a poner?» Temerosa respondes «Estos» señalas tus tenis cómodos, amiga te lanza una mirada condenatoria y sin decir más te los quitas. Total que cuando avisan de recepción que el chico ha llegado ya estás descalza, descalzonada y no sabes apagar el aire acondicionado. Amiga antes de irse te desea suerte y te recuerda «Goey, please, no seas tú, cógetelo y ya»
Tú no sabes qué hacer porque si no eres ¿Quién serás? y en lo que piensas qué hacer tocan la puerta, te miras en el espejo e intentas tu pose más sexy, pero tienes frío, vuelven a tocar la puerta, abres y para tu sorpresa el tipo no se parece nada a las fotos, no, está mejor. Alto, rubio, barba tatuajes en los brazos y te mira coqueto y la india Maria que llevas dentro aflora en una combinación con la torpeza de Chespirito y te machucas un dedo al cerrar la puerta.
Es un hotel y lo único que hay es una cama, pero como eres una chica educada le invitas a sentar, sonríes y le preguntas si tiene frío, a lo mejor el sabe cómo apagar el maldito aire, pero no, responde que está bien. Tus modales te llevan a preguntarle cómo está, él responde que muy bien mientras te mira lascivamente, tú repasas la última experiencia sexual ¿quién empezaba? ¿En qué orden se acomodan los besos o no hay besos como en “Mujer Bonita” o de plano al sexo oral? ¡Ay, pero qué bonito está! Finges que vas al baño, pero verificas que sí sea la habitación correcta porque el muchacho está muy guapo ¿qué tal que se equivocó de habitación?
No, sí, sí es esa la habitación y sí eres tú con quien quiere tener sexo, pero ¿cómo empezar? PUTO FRÍO «¿Te parece si platicamos primero?» propone y tú aliviada te sientas en la cama en posición sirena ocultando la panza, miras el reloj marca 11:23pm. El chico habla, pero no entiendes qué dice porque entre el frío, descalza y descalzonada te llegan pensamientos de qué va a pensar cuando se acerque y se dé cuenta de que no traes calzones, va a pensar que eres una cualquiera, y sí porque ni tu nombre sabe y ahora te da curiosidad de saber cómo se llamara él. 12:45am y él sigue hablando, propone escuchar música. 1:53am se acerca, te besa y pone una mano en tus senos más como revisión médica que como deseo sexual, pero bueno paciencia. Una mano aquí, un labio por allá, tocas sus brazos, es fuerte, es alto, es lindo… pero bruto.
Después de chocar varias veces sus dientes con los tuyos, te apartas y le dices que no va a funcionar, él te mira y te responde «Sí, creo que no voy a poder, me caes bien, creo que no debimos hablar tanto» Se pone su camiseta, te agradece y se va. Corres a tu bolsa y sacas los calcetines, los calzones y pasados veinte minutos dejas la habitación 1127, sabes que no volverás ahí, que la noche no salió como planeabas, pero ya con calzones te da lo mismo, ese fin de semana ya pasó, el siguiente no sabes, pero este ya pasó.
¡Bonito fiiiiiiiiin!
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